Eterno retorno
Julio Montesinos Barrios Gotean sinuosamente por mi flexible pantalla de grafeno innumerables reclamaciones de consumidores. Como abogado de la OCU trato de asesorar con rapidez y efectividad cualquier cuestión, pero estoy sobrepasado. En botes y latas de bastoncillos en escabeche, pajitas rellenas, bolsas en almíbar, menestras de cubiertos de plástico o mermeladas de chapapote aparecen constantemente trazas de pescados que se consideraban extinguidos desde hace décadas.
El arcaico Reglamento (UE) 2021/375 del Parlamento Europeo y del Consejo, de 1 de enero de 2021 sobre el régimen común aplicable a contaminación por plásticos y vertidos es el culpable. Tras conseguir metabolizar el elemento y convertirlo en un imprescindible de nuestra dieta diaria, al erradicar su producción hace doscientos años las ingentes reservas existentes han ido agotándose por la pesca incontrolada. En el agua queda poco plástico que conservar. O derogamos el reglamento o el mar se llenará de marisco y pescado de nuevo.
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Un relato muy bien narrado. Aplaudo el estilo y la ironía. Enhorabuena y mi voto.
Muchas gracias, Nicolás
Dicen que el ser humano tiene capacidad para adaptarse a cualquier cosa, incluso a los plásticos y microplásticos que invaden el planeta. Solo nos queda frenar los vertidos o que formen parte de nuestra vida y nuestra dieta. De conseguir lo segundo, volver al punto inicial, es decir, a que los mares se poblasen de sus habitantes legítimos, el ser humano necesitaría otro periodo de adaptación.
Un relato futurista e interesante, con una fina dosis de ironía y crítica necesaria.
Un saludo y suerte, Julio
Muchas gracias, Ángel. Confiemos que la ficción planteada no se convierta en realidad. Aunque visto lo visto en los últimos tiempos, quien sabe…
Enhorabuena por el relato, te doy mi voto, un saludo!
Muchas gracias, Wibo
¡Estupendísimo relato! Estilo, ironía, crítica y la subversión de los valores de modo que el plástico sea considerado especie protegida y el pescado sea una traza. Te felicito.
Muchas gracias, Ángel. Esperemos las menestras de cubiertos de plástico nunca se hagan realidad.