LA SUERTE DE LA VIDA
ANGEL J. CLEMENTE RODILANAEstaba delante de mi, había abandonado su tierra llena de arena y cactus por otra con asfalto e indiferencia. Podía creerse que se sentía desfavorecido, pero no era así, su mirada alegre, quizá algo inconsciente, me tenía completamente descolocado.
Desde que supe que lo iba a representar, pues era mi primer caso como abogado del turno de oficio de extranjería, estaba sumamente nervioso, quería hacerlo todo bien, me estudie hasta la exageración todas las leyes, las normativas, europeas y nacionales, hasta el denostado derecho consuetudinario, por si en algún momento me servía.
Me sorprendió que solo llevara un calcetín. «El otro se ahogo», me dijo sonriendo.
«Como te llamas», le pregunte.
«Soy Fares».
«Como el actor del departamento Q» le comente.
Sin entender, me sonrió.
Esa hombre que estaba delante de mi se merecía toda la suerte que la vida me había proporcionado viviendo a este lado.
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Ángel, un relato muy emotivo y merece justicia.
Te deseo muchísima suerte y te dejo mi voto.
Besos apretados.
Muchísimas gracias, Pilar, por tus palabras. Un cordial saludo
Por cierto, el tuyo es precioso y me encanta.
Un relato solidario que merece un voto. Suerte a Fares.