Abogado sabueso
Mikel AboitizEl becario no ha necesitado la llave del despacho. Sobre la mesa su objetivo: la carpeta roja con el caso de su tío, el empresario. No va a tirar la toalla, nadie le va a pillar robando datos del bufete. Traga saliva; la nuez un subibaja en el cuello. En la pausa del mediodía el silencio devora el sol que entra por el ventanal espejeando en la pantalla del móvil, listo para fotografiar. Su tío sabrá ser muy generoso. La carpeta, pegajosa entre las manos sudadas, le arde; el fax ruge y él pega un respingo. Una foto con los datos y todo será un incidente a olvidar. Huele a tortilla de patata, la que el abogado Lara estará comiendo abajo, mientras él acaricia indeciso las gomas de la carpeta. Por fin la abre. Dentro solo una nota: «Ni me chupo el dedo ni vuelvas mañana. Saludos a tu tío».
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Jajaja. Más sabe el diablo por viejo que por diablo. Hay sabuesos y sabuesos. Suerte, Mikel.