Imagen de perfilGritos en la noche

Marla Contreras 

Salió a la terraza de su casa a contemplar las estrellas y, de repente, allí estaba ella, yacía sin vida.

Emprendió una investigación para esclarecer los hechos, se iba a postular como defensor de la verdad.

En medio del arduo trabajo, encontró un testigo clave, no muy dispuesto a colaborar. Sabía que era hábil en conciliación, debía persuadirlo para que testificara en la audiencia.

Cada paso que daba era lícito, iba a desenmarañar los hechos.

Inesperadamente, oyó una voz gritar:
– ¡Deja al gato, que te va a arañar!
El gato corrió al regazo de su vecina.
-Lo siento, Doña Isabel.
-Soy yo la que te pide disculpas, Miau saltó a tu terraza y te rompió la flor.

El fatídico desenlace de la flor quedó resuelto, como un enigma que se desvanece.

Se sintió avergonzado, claramente, necesitaba unas vacaciones.

 

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