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Rubén Gozalo Ledesma 

Es lícito utilizar cualquier argucia legal, pero durante la investigación los forenses acreditaron que dentro de mi cuerpo convivían dos personas. En la audiencia, la fiscalía trató de averiguar quién de los dos había provocado el accidente. Yo culpé a mi otro yo. Él a mí. Como no había testigos, mi abogado decidió postular una moción de desestimación basada en la falta de pruebas. El juez optó por una conciliación rápida entre las partes. A mí y a mi otro yo, no nos quedó más remedio que llegar a un acuerdo. Pagaríamos a medias una multa de 600 euros y visitaríamos al psiquiatra dos días por semana. Yo, los lunes y los jueves. Él, los martes y los viernes. La verdad es que esta situación sigue siendo un lío, pero al menos nuestras neuronas han encontrado algo de paz en mitad de todo este cacao mental.

 

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