El traficante, mi juez

Diego García-Abril Goyanes · Madrid 

Pasaba todos los días sentado en una esquina de la habitación, a ratos a oscuras y a ratos con la escasa luz de una vieja bombilla que colgaba del techo. Estaba desorientado, me invadía el miedo y tenía frío, catarro y fiebre. Intentaba mantener la mente ocupada y consideraba un premio cualquier momento en el que conseguía olvidarme de mi situación. Daba rienda suelta a mi imaginación y me entretenía con las distintas vías para impulsar una reforma del código penal. Repasaba mis mejores recuerdos, aquellos momentos que consiguieron hacerme feliz. Curiosamente ningún caso, ni ganado ni perdido, se asomó a mi memoria. Ninguno, excepto el último proceso contra un traficante de drogas, dueño del zulo en el que me encontraba y señor de mi destino. “La justicia es lenta y ahora estás bajo mi jurisdicción” me dijo hace… ¿meses?, ¿años? Desde entonces no he vuelto a oír ninguna voz.

 

 

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