Olvido
Juan Ponce López · MadridMientras camino por el jardín de la residencia, observo a papá, bajo la sombra de un arce, postrado en una silla, encorvado y ausente. Al llegar a su lado, no puedo evitar recordar al prestigioso abogado que fue y el día que, al agradecer el premio concedido por su ensayo sobre cierta reforma legal, confundió el término jurisprudencia con jurisdicción y, a continuación, mirando confuso a su alrededor, se quedó callado. Desde entonces, su cerebro se fue apagando lentamente. Cuando se encuentra con fuerzas, damos un paseo por el parque. Casi nunca me reconoce, sin embargo, le noto feliz a mi lado. En una ocasión, como una bombilla mal ajustada que misteriosamente vuelve a hacer contacto, su mente recobró cierta lucidez: – No estoy bien, hijo. – Será un catarro, papá. – Sí, será eso. Y volvió a perderse en el laberinto del olvido.