Imagen de perfilLa ley del deseo.

Javier López Vaquero 

Carmelita la víspera de Reyes colocó cuidadosamente los zapatos junto a la cama. Al leer en voz alta su deseo dio un gran valor al pedido que encomendaba a los Reyes de Oriente: la vuelta de un padre al que echaba de menos, porque aunque la madre intentaba tratar con equidad a los hermanos, no podía disimular su favoritismo.
Se durmió mientras las mariposas revoloteaban en su estómago.
Amaneció. Se respiraba un ambiente especial. Apareció el señor Satrustegui, un abogado de acendrada estirpe que había llevado con método innovador los asuntos del padre, mientras éste cumplía condena.
A los postres, la madre anunció la buena nueva: «El señor Satrustegui será vuestro nuevo padre». Hubo promesas de esmerada educación, amor, protección…
Carmelita se acostó esa noche pensando que cuando pidiera nuevos deseos, concretaría más.

 

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