Quijotescos, inconfesos
Mikel AboitizHerbert Stein, el abogado que ingresó en el bufete directo desde Berlín, sabía leer en los ojos de sus clientes, cantar en las fiestas navideñas «O Tannenbaum» a voz en cuello y formalizar difíciles acuerdos inter partes. En tanto que experto mercantilista, era innovador e imbatible. Sin embargo, en su vida privada, como él mismo me revelaba tras un par de copas de vino, le faltaba el valor para dirigirse a Laura G. con «fines extrajudiciales». «Me falla hasta la idioma», se lamentaba, recordando sus fracasados acercamientos a su exuberante Dulcinea, la mejor penalista del despacho.
En la primavera de 2016 Herbert no aguantó el mal de amores y nos dejó por un bufete andorrano. Laura G. nunca se enteró de nada y yo seguí de pleito en pleito, trabajando de claro en claro y penando de turbio en turbio por la sinrazón de mi torpe falta de valor extrajudicial.
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Estimado Mikel, no sería honesto por mi parte si no te informo de tú a tú, que he sido yo el que al darse cuenta de tu lapsus respecto a dos de las cinco palabras obligatorias, que se te ha olvidado incluir en tu magnífico relato, (educación y equidad), y que he comentado con Mercedes, coordinadora del concurso de microrrelatos. Así que si se ponen en contacto contigo desde la Abogacía Española, yo he sido el responsable.
A pesar de ello, tu historia me ha gustado.
Estimado Guillermo. Gracias por tu atenta lectura y justo comentario. He comprobado con sorpresa que faltan ambas palabras. El motivo es que envié una segunda versión con las cinco palabras obligatorias (unos 4 minutos después de la primera versión) para subsanar el error (lo cual, si no mal recuerdo, es válido según las bases al tratarse del mismo relato y no de un segundo relato). Al parecer hubo un error y se publicó el equivocado. Siento haber dado pie a ello. El texto por el que me seleccionaron era el siguiente:
Herbert Stein, el abogado berlinés que ingresó en el bufete, sabía leer en los ojos de sus clientes, cantar en las fiestas navideñas «O Tannenbaum» a voz en cuello y formalizar con equidad acuerdos inter partes. En tanto que experto mercantilista, era innovador e imbatible. Sin embargo, en su vida privada, como él mismo me revelaba con educación tras unas copas de vino, le faltaba el valor para dirigirse a Laura G. con «fines extrajudiciales». «Me falla hasta la idioma», se lamentaba, recordando sus fracasados acercamientos a su exuberante Dulcinea, la mejor penalista del despacho.
En la primavera de 2016 Herbert no aguantó el mal de amores y nos dejó por un bufete andorrano. Laura G. nunca se enteró de nada y yo seguí de pleito en pleito, trabajando de claro en claro y penando de turbio en turbio por la sinrazón de mi torpe falta de valor extrajudicial.
Gracias Mikel por tu respuesta. Ya me imaginé que algún lapsus de edición debía haber. Ahora tu relato está perfecto. A mí también me ha sucedido eso de tener algún que otro problema, a la hora de encajar 5 palabras en 150, que todo esté correcto, con sentido, dentro del mundo del derecho y encima, que sea literario, original y que guste a los lectores. Todo dentro de un concurso que cada mes se complica más y más. Suerte y a por ello.