Está claro que repasar la Ley de Extranjería no le va a servir de nada. El policía a cargo del caso tampoco puede aclararle gran cosa.
– ¿Figura algún visado en su pasaporte?
– No tiene.
– ¿Un apátrida?
– Mmmm… Será mejor que lo valore usted mismo. Creo que considerará que es un caso interesante -dice, franqueándole el paso.
Intrigado, el letrado de guardia accede a la salita. Un espejo unidireccional de gran formato le permite ver al detenido. Se queda perplejo.
– Pero… Esto es… ¿Qué pretenden que haga?
– Lo de siempre. Después de que el Juez vea el caso, supongo que lo mandaremos de vuelta.
– Será difícil si desconocen su origen.
El cliente se gira hacia el espejo y parece verlos. Sonríe con despreocupación, enseñando todos los dientes. Su piel azulada refulge y hace destacar cinco bonitos ojos amarillos.
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Me pregunto si ya habrán solucionado el problema. Cualquier día…, aunque no, no voy a pensarlo.
Muy simpático el relato, Miguel Ángel.
Madreeeeee, a este bicho habrá que mandarlo como mínimo a Pandora, jaja. Mi voto para tu ser indocumentado. Suerte.