Imagen de perfilEL EXCESO

Esteban Torres Sagra 

Mi problema es la empatía. Su exceso, para ser exacto. De pequeño solía preservar del riesgo, sustituyéndolos, a todos los niños a quienes les tocaba ser “burro” cuando jugábamos a pídola. En mi juventud me llevé muchos mamporros –y desgarros de tejido epitelial- al interceder en peleas por algún miembro de un colectivo discriminado. Cuando comencé a ejercer me declaré “culpable” para salir al paso a una condena de un narcotraficante encantador. Me cayeron cuatro años. Al salir volví a las andadas y hasta truqué un vídeo para ser visible en el escenario de un robo y salvar así a un atracador muy simpático. Otros siete años. Dejé la abogacía para ingresar como fraile en un convento, alejado del mundanal ruido y sus tentaciones para “mi debilidad”. Lo que yo no sabía, antes de entrar, es que todavía se practica la flagelación en según qué órdenes religiosas.

 

+46

 

Queremos saber tu opinión

45 comentarios