Imagen de perfilEl juicio más difícil

Mireia Gómez · BARCELONA 

Bajé las escaleras conteniendo el aliento. Me enfrentaba al caso más trascendental de mi vida. A lo largo de mis seis años de carrera me había abierto paso entre millones de juicios a los que, mediamente el razonamiento, me habían enseñado siempre a preservar la inocencia de acusados, responder demandas, negociar tratos, etc. Pero en aquella ocasión no estaba dispuesto a ceder lo más mínimo. Me llevaría unos minutos relajarme, puesto que mi nerviosismo era visible. Repasaba mentalmente los argumentos que había tejido para exponer ante la defensa: estrategias para dar mayor credibilidad a mis afirmaciones. Tomé mi posición en la sala y esperé paciente mi turno. Estaba dispuesto a correr cualquier riesgo por defender los derechos de mi cliente así que cuando llegó mi momento no dudé en lanzar mi acusación:
-Mamá, la tortilla de patatas es mejor con cebolla.

 

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