Hilar el destino
Carlos Alberto López Martínez12 de junio de 1890: Sarmiza Bilcescu tenía 23 años cuando acudió a la Sorbona a leer su tesis, «Sobre la condición jurídica de la madre». El paso de licenciada a doctora fue más que difícil, peligroso incluso. Días antes, amenazas de un grupo de fanáticos llevaron al rector a valorar pedir una escolta de la Gendarmería, por el riesgo de violencia. Por lo demás, a los furibundos ataques dialécticos respondía Sarmiza con fría lógica jurídica: querer preservar los valores sociales tradicionales es una aspiración legítima, pero tengo derecho a examinarme del doctorado. Eso dice la ley francesa. Y aún hay jueces en Francia.
Ser la primera abogada europea que no pretendía disfrazarse de varón para doctorarse la convirtió en un objetivo visible. Pero se atrevió a ampararse en la ley y triunfó. La historia de Sarmiza fue la primera puntada de un tapiz humano que aún no está tejido.
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A veces la realidad supera cualquier ficción que podamos imaginar. Que una historia como ésta, en un país civilizado de Occidente, pueda haber sucedido no hace tanto tiempo, da muestras de lo que aún nos queda por evolucionar, como bien pones de manifiesto en tu relato.
Un saludo y suerte, Carlos
Una declaración de intenciones en forma de relato. Me ha gustado. Todavía nos queda mucho camino por recorrer.
Suerte. Un abrazo.