La visita
José Manuel Dorrego SáenzAl aceptar la defensa de Joe “Quebrantahuesos” era consciente del riesgo que corría. Vino una mañana a verme al bufete, elogió la decoración del despacho y enseguida fue al grano:
—Me han dicho que eres el mejor de la ciudad. Se me acusa de delitos que, naturalmente, sí he cometido, y a partir de hoy tu única misión en la vida es conseguir que salga absuelto de todos ellos—, dijo. Y añadió:
—Desde hoy, nuestros destinos van de la mano: si yo caigo, tú caes ¿Capici?
A través del tejido de su chaqueta era visible la beretta del 22, así que acepté el encargo. Con ciertos tipos no se puede dar un paso en falso si pretendes preservar tu vida. No en vano, cuando te llaman “Quebrantahuesos” es porque has dado suficientes muestras para que te llamen así: hay cierta clase de apodos que no se consiguen por casualidad.
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Un par de cosas no se le pueden negar a Joe: es sincero, directo y tiene las cosas muy claras. Con él siempre se sabe a qué atenerse. Aceptarle como cliente supone todo un reto, aunque negarse tampoco parece una opción, sus ofertas son de las que no se pueden rechazar.
Un abrazo, José Manuel.
Suerte
Claro, cuando te lo dice con tanto entusiasmo ¡Cómo te vas a negar, jé¡ Abrazo, Ángel¡¡
Ahí llevas mi voto. Quisiera que preservaras mi identidad porque das miedo. Ya me estoy arrepintiendo de haber abierto este comentario. Ciao.
Jajá, tranquilo, tu intimidad estará en buenas manos (siempre que te portes bien, se entiende, jé) Saludos¡
Cuando no hay más remedio, no queda otra que jugar con las cartas que te tocan. Y es que no se puede ser tan bueno en nada, mejor no destacar. Buen relato, enhorabuena, mi voto, y un saludo.
Exacto, pasar desapercibido suele ser un buen método para salvar el pellejo. Saludos, Nicolás¡