Otra vez ponía en riesgo mi moral, minada por el inexorable paso del tiempo. Mes tras mes, resucitaba el Concurso de Microrrelatos sobre Abogados. Mil ideas fluían por mi cabeza desordenada, caótica… Acumulaba demandas, recursos, correos electrónicos de clientes,… en pos de extraer oro molido de un puñado de palabras. La obsesión hacía visible mi bloqueo e invisibles mis quehaceres jurídicos. Quería ganar ese mes, pero los concursantes eran y son excepcionales. Ni es, ni era, ni será fácil. Otros meses había tejido vocablos y frases con mayor desenvoltura. Estaba cansado y fui a tomar café. Me levanté del escritorio y arrojé a la papelera la quinta bola de papel. Rompí el bolígrafo. Otro microrrelato de baja estima que moría arrugado, magullado para preservar mi arrogante dignidad. Un mes después, ganó la limpiadora, apoderándose del contenido de mi papelera.
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Inauguro tu casillero, deseándote que la limpiadora gane este mes. Magnífico relato, lleno de humor y fina ironía. Muy bien escrito. Un abrazo.
Agradezco tus comentarios, Nicolás. Un abrazo.
A veces no es fácil que las palabras encajen, pero tu lo has hecho muy bien, Francisco. Te deseo mucha suerte y te envío mi voto.
Un abrazo.
Corría a mi cita mensual con el Concurso, pero el bloqueo censuró mis ideas. Al final, tenía que ser la limpiadora la que cambiara mis esquemas y mis papeles. Muchas gracias por tus comentarios, Ana Isabel. Un abrazo.
El afán de perfeccionismo llevado al extremo, junto al miedo al rechazo, pueden conducir a obras de valía a la papelera. Cuántas buenas letras no se habrán perdido a lo largo de los siglos por planteamientos erróneos. Este escritor-abogado y la limpiadora deberían llegar a un acuerdo amistoso. Sin él, ella no habría alcanzado la gloria, que en todo caso no le corresponde; sin ella, él no se hubiese dado cuenta de su valía y aprendido una lección.
Un relato sobre la fina frontera entre el buen criterio y la obsesión que le da título.
Un abrazo y suerte, Francisco Javier
Aunque no soy así, quise elevar a la enésima potencia el narcisismo del personaje. Es cierto que muchos escritos mal planteados pero con buenos fundamentos han acabado en el olvido. Creo en la simbiosis del abogado y la limpiadora, al igual que tú, y ello porque la limpiadora es mi mujer jejeje. Un abrazo y gracias por tus amables comentarios, Ángel.
Muy bueno. Hay que destruir los documentos con más eficacia. Y no tardes en despedir a la limpiadora, te lo digo yo. Mi voto y mi abrazo
Cierto, Esteban. Es lo que tiene no destruir totalmente los documentos. Cuantos datos e información a la papelera con lo poco que cuesta una destructora. Y en cuanto a la limpiadora, créeme, mala idea, si es mi mujer, el que acaba en el paro soy yo jaja. Un abrazo.
Me siento totalmente identificada con el protagonista de tu relato, jajaja. Final con un toque de humor irónico. Otro voto para tí. Suerte!!!!
Gracias, Alejandra, por tus palabras. Me alegro haber causado ese sentimiento de identificación. Un saludo.
Bueno, ahora tu protagonista, o quizás alter ego de muchos de nosotros, tiene por delante un merecido descanso de dos meses para dejar que esa obsesión compartida repose un poco. Muy bueno tu micro. Mi voto y suerte.
Sois unos concursantes excepcionales. Un descanso para todos, yo invito… Gracias Juan Manuel. Un abrazo.
Mi voto para la limpiadora, que supo aprovechar muy bien las palabras que habías desechado. Si es que escribes estupendamente, pero no te lo crees. Aquí el truco es pensar que tu historia es la mejor y no decaer nunca. A ver, repite conmigo varias veces: «soy el mejor y voy a ganar este mes»; lo de que somos doscientos escribiendo cada semana, que solo eligen a cuarenta para publicar, y que luego gana uno solo… ¡bah!, eso son paparruchadas, olvídalo. Ánimo y mucha suerte, Francisco … ¡Y no tires nada más a la papelera!
Repito contigo: «Eres la mejor y vas a ganar este mes». Jejeje, para mí ya aparecer seleccionado es un honor. Ah, y en cuanto a la papelera, no tiraré nada más, ni a la de reciclaje del ordenador.
Cuando me adelantaste el relato de este mes, algo en mi interior me decía que esta vez sí que podía caer la breva, ya que en el mismo plasmas la frustración de tantos otros relatos que, por algún motivo que desconocemos, no tuvieron la suerte de ver la luz. Suerte porque te la mereces. Un abrazo y mi voto.
¡¡Hombre!! Amigo David, compañero y uno de mis lectores incondicionales, inteligente y con una gran capacidad de crítica… muchas gracias por tu apoyo desde que comencé a escribir en este concurso y vi seleccionado mi primer micro hace un chorro de años. Un abrazo.
Jajaja, tantas veces me he sentido yo así… En mi caso, yo no arrugo los papeles sino que los hago pedacitos, es una manía como otra cualquiera, pero que se lo pondría muy difícil a una potencial limpiadora… que en mi caso soy yo misma, así que… supongo que para la nueva temporada tendré que cambiar de hábitos: dejar de romper y arrugar más, y luego echar un vistazo a mi propia papelera, a ver si suena la flauta.
Mi voto y un beso, Francisco Javier.
Muchas gracias Ana María, por tus comentarios y por tu voto. Mi pequeño homenaje a esa profesión tan respetable, como la de limpiador o limpiadora, en el despacho, en una empresa, en casa… En tu caso, cuando suene la flauta, te alegrarás porque todo quedará en casa. Incluso los desechos de un manuscrito pueden ser potenciales joyas, en manos de alguien que los sepa aprovechar o mejorar. Un abrazo enorme.
Francisco, maravilloso y vivo relato. Un abrazo.
Gracias, Carmen. Otro abrazo para ti.
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Gracias, José Manuel. Un saludo.
Eso de no creer en uno mismo…
Pero la limpiadora sí, ella limpia muy bien.
Saludos, Francisco Javier
Y sobre todo, ¡cómo recicla! Muchas gracias Margarita. Un saludo.
Enhorabuena Francisco Javier, a partir de ahora te aconsejo que hagas como yo, hacer pedacitos el papel antes de tirarlo a la papelera. Como concursantes, esperemos tener más suerte.
Mi voto y un saludo.
Muchas gracias, José Manuel. A veces, esta afición de escribir nos hace olvidar detalles en los que no caemos, mientras tratamos de ser creativos y cultivar nuestras frases… En este caso, mi personaje escribía a mano lo que después pasaba al ordenador y no cayó en que uno de los manuscritos que despreció era brillante. Tal brillo fue aprovechado por la limpiadora. Si lo hubiera destruido, ni la limpiadora hubiera alcanzado la gloria, ni nadie habría disfrutado su lectura. Nuevamente gracias por tus comentarios y un saludo cordial.
¿Eres realmente tú el autor del micro o eres el compañero del despacho del creador que lo ha desechado y te lo has encontrado traspapelado en unos autos?
Muy bueno, Francisco Javier.
Mi voto.
He ahí la prueba diabólica, Manuel. Agradecido por tus comentarios y por tu voto. Saludos.