Agua fría
Enrique Espejo Torija · MadridLos veía desde mi mesa besándose, entrelazando sus dedos y sonriendo con una picardía especial.
– «Aunque usted nos vea así, no se deje engañar. Hemos decidido finalizar nuestro matrimonio y no hemos llegado a ponernos de acuerdo en cláusula alguna».
Fui a la parte de mi despacho donde tras la reforma del mismo, había puesto el mueble bar, alejándolo de mí. De buena gana, me hubiera tomado un whisky y cometido una barbarie, pero opté por agua fría.
– «Continuamos, entonces», dije.
La mano de ella subía por el muslo de él y era una quimera intentar hablarles en ese momento.
– «Pospongamos esta reunión para dentro de diez días. ¿Les parece?», acerté a proponer.
En ese momento, sonó mi móvil. Lo descolgué como si de un salvavidas en medio del océano se tratara.
-«Pablo. Necesito tiempo y espacio. He cogido mis cosas y me he marchado unos días».
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Amigo Enrique, no he votado tu relato porque ya entregué mis tres votos por mes como hago por costumbre, pero no me resisto a felicitarte por ese sorprendente jarro de agua fría tan bien derramada en el momento final. Enhorabuena. Un abrazo.
Muchas gracias, Guillermo. Muy amable por tus comentarios. Abrazo de vuelta