Imagen de perfilDURMIENDO CON SU ENEMIGO

FELIPE APARICIO HERNÁN 

Tras años enclaustrado, como si estudiar Derecho y ejercer la abogacía hubiesen sido una cárcel tras delinquir, Sergio vio la luz al final del túnel. En loor de multitudes, se cumplía el 25 aniversario de su graduación. Con todos los honores, fue el primero de su promoción.

Lejos de los formalismos de este tipo de eventos, hubo reencuentros y risas con viejos colegas de pupitre, mus y biblioteca. Incluso baile, meneando las caderas (alguna ya de metal), con escarcha en el pelo y sin parar de cotejar recuerdos melancólicos. Ya saben, cualquier tiempo pasado fue mejor. Sergio lo disfrutó. Y nadie le miraba como un bicho raro.

Al día siguiente, amaneció con una sensación, inquietante, pero habitual. Resaca de infelicidad. El espejo no engañaba. Atado a una cama, los fantasmas de la salud mental de Sergio habían aparecido de nuevo. Y el psiquiátrico volvió a tener a su “catedrático” legal.

 

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