CAUSA GENERAL
JUAN ANTONIO CHAMORRO BARRIENTOS Estoy mirando la fecha: mil novecientos cuarenta y cuatro, “los años del hambre”. Mi abuelo es el tercero por la izquierda, el más bajito entre sus compañeros de Facultad. Da la impresión de que su crecimiento se había detenido, como la vida del país, sin suministro alguno, atrapado en el tiempo.
La carta que me entregaron hoy junto con la fotografía y que el tiempo de encargó de proteger, está escrita en un papel ajado, amarillento, a punto de romperse.
En ella cuenta que ese año, recién licenciado, tuvo su primer caso: defender a un coronel de Ingenieros acusado de “auxilio a la rebelión”. Pero no sirvió la desesperada defensa ni el recurso posterior. Ese hombre fue ejecutado.
Y, ahora, entiendo que su vida quedó marcada por aquel temprano fracaso.
Antes de doblar el papel noto que me atrapan las últimas palabras:
“… espero que sepa perdonarme, padre”.
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No es nada usual comenzar de forma triunfante. Los principios en cualquier faceta, más en las que están llenas de recovecos, no suelen ser sencillos. No todo el mundo dispone, tampoco, de las armas psicológicas necesarias, de un buen amueblamiento interior, preciso para reponerse de un primer fracaso. De haber superado el suyo, tu protagonista habría podido lidiar con cualquier cosa, pero no podemos por menos que ponernos en su lugar, por mucho que hubiera hecho lo humanamente posible. Es muy probable que, pese a sus esfuerzos, todo estuviese predestinado de antemano en esos años tan oscuros y rígidos.
Un relato lleno de intensidad, marcado por el querer y no poder del protagonista, por una impotencia de la que nos hacemos cargo.
Un saludo y suerte, Juan Antonio
¡Qué bueno!
Años oscuros los que pasaron nuestros padres y abuelos, bien reflejados en tu relato. Enhorabuena y mi voto.
Enhorabuena, Juan Antonio. Gran relato de los años del hambre y de los inicios profesionales de un abogado en aquel tiempo. Mi voto.