LAS HORAS QUE NO DUERMES
Noelia Soledad da SilvaEl cansancio te aplasta los huesos. Los hunde. Te hunde. Tus manos tiemblan sobre el teclado. Has convertido al café en tu único suministro de energía, y has diluido con él tu sangre. Pero no es suficiente. Todo tiembla. En el monitor, lo que has redactado se convierte en colisión de palabras. Necesitas dormir pero no lo harás. El cansancio te hunde pero la injusticia te llena de tajos. Te incendia. Te resucita. Porque aquí estás tú, con un traje siempre preparado, con tus sellos y tus carpetas, pero también está la persona que has prometido proteger. Está en las primeras líneas del recurso de apelación, y está en tu mente con su historia de crecimiento famélico, de hambre negado. Tomas aire, te restriegas los ojos y reanudas tu labor. Sabes que mientras las palabras alojen una ínfima posibilidad de convertirse en justicia, rendirse siempre significará renunciar también al alma.
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Un relato que es una declaración de intenciones contra el desánimo, con la aplicación práctica de un oficio al servicio de los débiles, con hermosas frases llenas de lirismo.
Una historia para leer en los malos momentos y seguir adelante, a pesar de los pesares.
Un saludo y suerte, Noelia
¡Muchas gracias por tus palabras, Ángel! Saludos.
Palabras que pueden convertirse en justicia, me quedo con eso. Un hermoso relato, muy bien escrito. Resistir como actitud y como destino último de esta bendita/maldita profesión. Enhorabuena y mi voto. Un saludo
No duerme, pero sueña. Le puede el cansancio, pero no el desánimo, porque no se des-alma, no renuncia a su ánima.
Mucha, y buena, suerte, Noelia.