EL HUERTO URBANO
ANA PILAR CORTÉS BENDICHOIgnoro de qué material estaba hecha, pero sin duda haría sombra al más resiliente de los existentes en el mercado. Cuando llegué a la vivienda me sorprendió su actitud. Digna, entera, como si su cuerpo y su alma no hubieran sufrido abusos capaces de marcar a fuego a una persona. Entramos en materia y negó haber matado a su marido. No había cadáver, pero el fiscal consideraba la existencia de indicios más que suficientes para pedir la pena de veinte años de prisión, pese a las palizas que el presuntamente finado le propinaba a diario. Su maltrecha confianza en la humanidad no ayudó a construir puentes, pero si quería defenderla, tenía que lograr un acercamiento. Por ello, acepté visitar su huerto urbano, su única alegría, y allí, en presencia de lozanas hortalizas, acabó por confesar. Sí, abogada, lo maté y utilicé su cuerpo de abono. ¿Le apetecen unos tomates?
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Inauguro tu marcador. Un voto para ese huerto tan buen reciclador de materia e ignominia. Un beso y mucha suerte.
¡Muchísimas gracias Juan Manuel! Me hace mucha ilusión tu voto y agradezco enormemente tu comentario. Un beso.