TENGO UN VENCIMIENTO
Manuel de la Peña Garrido– No puedo. Tengo un vencimiento.
Con aquellas palabras, papá declinaba compromisos sociales; se excusaba por no asistir con mamá al estreno de una nueva adaptación de “Cyrano” o no ayudarme con los deberes.
Yo no entendía por qué, siendo abogado y no militar, papá andaba siempre con “vencimientos”, pero no llegaba a invertir ni un solo minuto en descifrar tamaño enigma. “Estos mayores están majaretas”, zanjaba la cuestión, emulando a Obélix.
– Podrías venirte una mañana al rodaje sobre los jueces-estrella. Es una producción magnífica -le acabo de sugerir (aunque también estudié Derecho, trabajo en la industria del cine).
– Sabes que no puedo.
– Disfrutarías un montón.
– Tengo varios vencimientos.
Ignora que las demandas y recursos que contesta e impugna no son reales. Los invento yo a diario. Tenerle ocupado ejerciendo su profesión es el perfecto antídoto contra el alzhéimer.
Mejor que los crucigramas y sudokus.
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Esos vencimientos!!! En tu caso ello son los que han vuelto invencible a tu protagonista, aunque no pueda vencer a esa terrible enfermedad…
Y quita quita… eso de los sudokus… será porque soy malísima, je, je…
Me ha gustado mucho, Manuel!
Te deseo mucha suerte y ahí va, sin vencimiento, mi voto!!!
Un abrazo
Marta
Muchas gracias, Marta, por tu incondicional apoyo.
Claro, para algunos los vencimientos más duros son los de las letras de cambio o los créditos…
Un abrazo.
Cuidate muuuucho, Manueeeeel!!!
Aprovecha, si puedes, para escribir tan bien como sabes, eh?
Un abrazote!!!
Marta
Muchas gracias, Marta.
Intentaré seguir tu consejo; practicar para coger oficio.
Un abrazo.
Buen antídoto en verdad. La gimnasia mental es la mejor medicina aunque llega un momento que nada sirve para paliar la enfermedad. Bonito micro, Manuel. Mi voto y mucha suerte.
Muchas gracias, Esteban.
Omití la referencia al ajedrez, en el que hay batallas y vencimientos.
Un abrazo.
Un acto de amor para que una persona no deje de serlo, aunque sea durante un rato. Ojalá cuando llegue nuestro vencimiento, el alzhéimer tenga también su vacuna, aunque sea de Astra-Zeneca. Enhorabuena, mi voto y un abrazo.
Muchas gracias, Nicolás.
Me temo que habrá otro tipo de mejunjes y tratamientos, pero no vacunas, pues no parece que haya un virus incordiando. Pero también habrá mejunjes y tratamientos con mejor fama y otros con muchos efectos secundarios (¿la vacuna de Oxford tendría mejor reputación si se hubiera investigado en Cambridge?).
Un abrazo.
Todos necesitamos sentirnos útiles y, sobre todo, tener ilusiones. Para existir hacen falta motivos. Qué mejor que intentar servir a la sociedad. Lo que al principio parecía un personaje despegado, refugiado en exceso en su profesión (que todo tiene un límite), en detrimento de su familia, acaba revelándose como la terapia de un hijo que se preocupa por quien le dio la vida.
Muy buena historia, Manuel.
Suerte y un abrazo
Muchas gracias por pasarte por aquí a comentar y apoyar, querido Ángel, campeón; por tu generosidad y bonhomía (o «bonangelomía» mejor)
Enhorabuena, aunque tardía, por tu victoria-vencimiento (no te la di antes porque el Bicho me tuvo despistado y hospitalizado en el Zendal).
Un fuerte abrazo.
Vaya, lo siento, Manuel. El dichoso Bicho no perdona a nadie. El caso es que ya estás bien y, al menos durante un tiempo, inmunizado.
Cuídate mucho.
Ahí va otro abrazo
Muchas gracias, Ángel.
Parece que, efectivamente, me he vacunado a lo bestia.
Un abrazo.
Que bonita historia, Manuel, me ha gustado mucho.
Te deseo suerte y te envío mi voto.
Un abrazo.
Muchas gracias, Ana Isabel.
He vuelto a cambiar de registro y celebro que, al menos para ti, haya acertado.
Un abrazo.
Hola, Manuel.
Es una historia triste, pero hermosísimamente contada.
Lástima de esa puñetera enfermedad que todo lo borra, pero aplauso a ese hijo, hija, hije, que no se rinde y mantiene despierta (aunque sea a ratos) la mente de su padre enfermo.
Un abrazo enorrrrrrme y suerte a final de mes.
Muchas gracias, María, campeonísima.
Esta vez he intentado crear una historia a tu estilo, pero es ciertamente inimitable.
Otro abrazo de la verdadera Normalidad para ti, Towanda.
Se aferró a su profesión. Muy bonito e ingenioso.
Mi voto!
Que digan de uno de tus micros que es «muy bonito e ingenioso» te lleva a aferrarte a tu afición de escribidor.
Muchas gracias, Paola.
Enhorabuena Manuel por ese relato tan bien hilado, con ese giro final tan inesperado como hermoso. Mi padre también tuvo Alzheimer y sé lo duro que es, gracias por poner una gota de sonrisa en un océano tan triste.
Mi voto y un abrazo.
Muchas gracias, Ana María.
Que digas que el relato está «bien hilado», y que tiene un giro final inesperado (lo debe tener todo micro) y hermoso (lo debiera ser todo micro, como producto artístico), me llena de satisfacción. Es triste que tu padre sufriera esa enfermedad que borra los recuerdos, cuanto tenermos grabado, al menos dos veces en el corazón (re- y cor, cordis). Pero seguro que os desvivisteis con él y para él.
Un abrazo.
Manuel, has sabido dar un giro final hacia la ternura de ese hijo que intenta retrasar el alzhéimer de su padre.
Me ha gustado mucho. Te deseo mucha suerte y aporto mi voto.
Besos apretados.
Muchas gracias, Pilar.
Ojalá ejercer la abogacía retrasara el alzhéimer.
No sabes cómo celebro que te haya gustado.
Besos.
Sin duda, el saberse activo y necesario es el mejor antídoto contra el alzhéimer. Gran relato.
Un saludo y mi voto.
Muchas gracias, María.
Lo mejor para combatir el deterioro cognitivo es, sin duda, “estar ocupado” (ya filosofó Ortega sobre la ocupación del ser humano); pero, a poder ser, en cosas mínimamente serias. Es muy triste ver a los viejecitos coloreando dibujos infantiles.
Un saludo.
Muy bueno, Manuel, con ese final que toca el corazón.
Este micro no tiene vencimiento.
Mi voto y mucha suerte.
Un abrazo.
En estos tiempos que no podemos ni siquiera tocar el brazo ni alborotar el cabello de los demás, que digas que he conseguido tocar el corazón es todo un logro.
Muchas gracias, Gabriel.
Un abrazo.
Que dura la enfermedad del olvido y más de alguien que ha memorizado tantas leyes., sentencias. Jurisprudencia
Le das un enfoque positivista
Me ha gustado. Mi aplauso y mi voto
Creo que san Agustín consideraba a la memoria parte fundamental de nuestra esencia. En inglés y francés, aprender algo de memoria es, literalmente, aprenderlo “por corazón”. Y “recordar” es, etimológicamente, grabar algo dos veces en el corazón. De ahí la tragedia de desmemoriarse.
Muchas gracias, Santiago.
Una historia tierna, de un amor incondicional que es capaz de inventar un mundo ficticio pero tan real para quien vive en él. Cuando llegas al final de la historia conmociona. Felicidades y mi voto.
Muchas gracias, María. Creo que inventar ficciones en casos así aumenta la función social del inventor.
Enhorabuena por tu “vencimiento” o victoria de abril.
He dejado de un lado los vencimientos para votarte. Está claro que el ejercicio de la profesión tiene mucho de estresante, pero también de redentor. Un micro estupendo con un final entrañable e inesperado. Enhorabuena Manuel.
Muchísimas gracias, Ángel, compañero.
Echaba de menos tu comentario. También tus micros, cuya lectura también es «redentora», te lo aseguro.
Un fortísimo abrazo.
Yo tengo un convencimiento: que disfruto leyendo tus historias. No defraudas, Manuel. Da igual lo que inventes. Son un perfecto antídoto contra el aburrimiento.
Muchísimas gracias, Margarita, malabarista de palabras.
Tus elogiosos comentarios son el antídoto perfecto contra las tentaciones de abandonar la afición de escribidor.
Un beso.