Imagen de perfilROBIN HOOD

Ana Isabel Velasco Ortiz 

El niño que era, leía libros de aventuras sin descanso. Robin Hood me hizo vulnerable a la miseria de gentes y lugares y despertó el deseo de robar a ricos y poderosos para repartir el botín entre los pobres.
Inicié el oficio con hurtos de carteras, bolsos… Luego, atracos en joyerías, sucursales bancarias… Resultó fácil engañar, mi apariencia facilitaba la confianza de las víctimas.
Al cabo, la justicia terminó por sentenciarme a prisión. El abogado se esforzó en presentar este hecho como una oportunidad para rehacer mi vida y erradicar los malos hábitos que me habían ganado la conciencia. Ahora, empleo el tiempo en transmitir valores cristianos a la extensa población de reclusos. No matar, no apropiarse de lo ajeno…
Y en este predicar, medito que robar con intención de dar, no puede ser pecado. Me regresa el ladrón que llevo dentro y, sin remedio, olvido el clérigo que fui.

 

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