2051
PABLO IGLESIAS RODRIGUEZ · Mazowieckie“Nuestro algoritmo ha determinado que su cliente ha tenido, con toda probabilidad, pensamientos contrarios a las instituciones del Nuevo Orden. Es por ello que lo sentenciamos a diez años de reclusión en el Centro para la Reeducación de la Población Disidente, donde será sujeto a diversas terapias tendentes a erradicar cualquier posibilidad de reincidencia.”
Su abogada no respondió. Recordaba, con nostalgia y tristeza, los tiempos cuando aún no existían los delitos de pensamiento y en los que podía ejercer su empleo con dignidad. Le obsesionaba y oprimía la idea una sociedad vulnerable a los designios despóticos de los algoritmos judiciales“
Tras la lectura de la sentencia, su cliente, desconcertado y aturdido le preguntó: “¿Tendré otra oportunidad para apelar la sentencia?” Ella le respondió: “Lo siento de veras, no puedo hacer nada más por ti.” Antes de que se lo llevasen esposado, le dirigió una última frase, desesperanzadora: “No pienses”.
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Divertido relato, Pablo. Aunque encuentro el título un poco lejano, yo, que soy muy prudente, rebajaría la fecha hasta comienzos del siglo XXI. :D :D
Mucha suerte (y mi voto, como ayuda)
Gracias por tu comentario y por tu voto José Luis :-)
El futuro distópico y aterrador que dibujas en tu relato, con ecos de homenaje a Orwell, en realidad es tan viejo como el hombre.
Sin ánimo de generalizar, quienes detentan el poder querrían sumisión y ninguna oposición. En ese ámbito, pensar es peligroso, y leer un grave delito, aunque esta historia sería de obligada lectura para evitar que unos pocos piensen por una mayoría, no porque hayan sido designados para que les representen por su valía, sino en su único beneficio.
Un saludo y suerte, Pablo
En 2051 estaremos ya mismo, los años vuelan, sobre todo a mi edad. La abogada de tu relato ya hizo todo lo que pudo. Ojalá los delitos de pensamiento no entren nunca en el Código Penal.
Enhorabuena por la fantasía de tu relato Pablo. Suerte y un saludo.
…Y mi voto.