Imagen de perfilMi corbata de la suerte

Pablo García Muñiz 

Después de perder mi corbata de la suerte, mi puesto en el bufete y a mi esposa -el mismo mes y por ese orden-, acudí al psicólogo, al que solo era capaz de hablar del extravío de mi corbata, culpable de todos mis males.

– He ganado infinidad de juicios a su lado. Tras veinte años juntos, no imagino un futuro sin ella -le explicaba yo, hablando de mi corbata-.

Él sugirió que la corbata solo era el punto en que yo focalizaba mi frustración por el resto de pérdidas. Me animó a promover una serie de cambios saludables que mejorarían mi vida y me dio algunos consejos para una mejor conservación de objetos valiosos. Funcionó, hasta el día del juicio por el divorcio.

Hasta que vi que los intereses de mi mujer estarían representados por mi antiguo jefe. Hasta que vi, colgando de su cuello, mi preciosa corbata verde.

 

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