La comisión
Guillermo Sancho HernándezLo confieso: desde que empecé como abogada, además de mis honorarios, suelo recibir una especie de comisión. Quizá debí rechazarla en su día, pero no fui capaz. A veces pienso, para justificarme en cierto modo, que es una compensación adicional por mi trabajo. O el producto de empatizar con las personas que confían en mí.
Hace un mes recibí una caja de deliciosas naranjas de Ángel, el agricultor que cobró la cosecha del año pasado gracias a su reclamación judicial.
Ayer Leonor, la presidenta de la Asociación Comarcal de Jubilados, me obsequió con una excelente tarta casera, para celebrar así nuestras gestiones con una compañía proveedora de internet, que por fin llegará al valle donde la asociación tiene su sede.
Hoy, tras una notificación desestimatoria de las pretensiones de un fondo buitre, la totalidad del importe por mis servicios ha sido un abrazo. Un abrazo de mi padre.
+9
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
¿Por qué los abogados no van a ser como los médicos?
Suerte, Guillermo.
Diagnostican y tratan de poner remedio, también. Y cuando lo consiguen, mejoran la vida de las personas.
Gracias, Manuel.
Una comisión tan entrañable recibirla como merecerla. Mi voto y suerte.
Cierto. Muchas gracias, Juan Manuel.
Claro que sí, ojalá las únicas comisiones que existieran fueran como las que percibe tu abogada. Cuántas cosas se hacen porque deben hacerse. Gran relato. Emotivo y muy bien escrito. Enhorabuena, mi voto y un saludo
Ojalá. Muchísimas gracias por tus palabras, Nicolás. Un saludo.
Uf, esas naranjas debieron saberle a gloria.
Un abrazo, Guillermo, y suerte para tus comisiones (más que merecidas).
Sí, seguro. Muchas gracias, María Sergia.
Un abrazo.