Antílope
Carolina Navarro DiestreMás épica que la batalla de las Termópilas, una gesta superior a la de Covadonga, acontece la labor diaria de los abogados laboralistas. Pocos son los que eligen esta rama al finalizar la carrera, atraídos por la gloria del derecho penal o el dulce arrullo del mercantil. ¿Quién querría empezar su día con un despido improcedente? ¿A quién le gustaría desayunarse cada mañana con un caso de acoso laboral? Él querría, Cipriano Castresana, los ojos emboscados tras unas gafas para ver de cerca. Lleva más de dos décadas negociando indemnizaciones por accidentes de trabajo, reclamando incapacidades, denunciando ERTEs. Sabe que frente a él hay un monstruo terrible, esa boca hambrienta y pantagruélica de las grandes empresas, pero no se arredra ante ellas. Con el legado de su carpeta sindical, se mueve como un animal arrogante en la selva de los juzgados.
Cipriano sabe, a veces el antílope vence al león.
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Así es, Carolina.
Al león y a las leonas de la manada, que son las que cazan.
Mucha y buena suerte, Carolina.
Muchas gracias, Manuel.
Bonita analogía.
Mucha suerte.
Muchas gracias por tu comentario, Jose Ignacio.
David nunca debió de despreciar a Goliath. Eso de «no hay enemigo pequeño» no es ninguna broma, siempre y cuando el supuestamente débil haga lo que debe de hacer: no rendirse y pelear por lo que es justo. Tu protagonista tiene claro que nunca dejará de luchar. Sea cual sea el resultado eso en sí ya es una victoria. La vida está llena de sorpresas y es cierto que una gacela puede, si no vencer, al menos burlar a un todopoderoso león o leona.
Un abrazo y suerte, Carolina
Muchísimas gracias, Ángel.