Llámame Lola
Luis BañeresLa letrada fue Dolores en el bufete y Lola en casa. Letrada Urquijo durante una investigación, y Dolores Urquijo a la hora de postular.
Lola Urquijo para ganarse a la audiencia, y simplemente Lola para sus clientes. Para los degenerados que atendía por lícito turno de oficio, era Doña María Dolores Urquijo.
Tuvo un hogar muy concurrido que forzó conciliación con el despacho, y despachar con el sol. No perdonaba un capítulo de Perry Mason, y disfrutaba como una niña con Colombo.
Hoy sufre el mal del olvido, y se apaga un poquito cada día, pero cada tarde la sientan frente al televisor y le proyectan todos los capítulos de aquellas series que tanto le gustaban y que le procura uno de sus nietos.
Y cada vez que eso ocurre, toma la mano de su cuidadora, y deja escapar algún respingo.
Y atiende sólo a su nombre completo de letrada.
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Muy bueno!
Enhorabuena, Luis. Un relato original, que recuerda a la canción de Pastora.
Ahi va mi voto. Suerte.
Muchas gracias, Juan Carlos
De nada, Luis. Mucha suerte.
Qué bien describes el mal del olvido. De manera magistral. Mi voto y mucha suerte. Un abrazo.
Muchas gracias, Juan Manuel
(Lo vivo cada día)
Un abrazo
Me has atrapado con tu relato desde la primera línea; y cuando lo releo, también. Y eso no es fácil.
Una manera de contar «lo que ya está escrito» totalmente diferente.
Un saludo, Luis.
Vaya…muchas gracias, Margarita!