JUAN MANUEL RUIZ DE ERENCHUN ASTORGA
Microrrelatos publicados
EL CAMBIO
Siempre recordaré con cariño a Don Justiniano, el mejor letrado del país. Paseó su porte majestuoso por los estrados de tantos juzgados que sólo con mencionar su nombre levantaba admiración. Abogado de verbo victorioso, ganaba pleitos utilizando la dialéctica jurídica con rigor de pulcro bibliotecario y precisión de gran cirujano. Fue mi maestro y espejo durante más de cuarenta años, raudo a contestar cualquiera de mis múltiples dudas. Con él aprendí la disciplina, templanza y sapiencia del buen jurista. Alejado de leguleyos, farsantes y demás fariseos, siempre defendió con valentía y honradez las causas justas.
Lamentablemente, Don Justiniano se ha ido. Tras un grave accidente y una larga convalecencia, cuando se recuperó le dio por repudiar su profesión. A sus setenta y cinco años jura ser miembro de los Rolling Stones. Ha cambiado códigos por guitarras, juicios por conciertos y pasantes por fans. Ahora se hace llamar Keith.| Septiembre 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 2TRANSFORMACIÓN
Regentaba una charcutería, y al ofrecerme aquella crema, dudé de su bondad. Glosaba que tras un mes de uso, te convertías en el profesional escogido. Finalmente compré la de abogado laboralista. La renovación no se hizo esperar. A los treinta días, empecé a recitar el Estatuto de los Trabajadores como antes alababa las virtudes del jamón. Algunas jornadas después, afloraban en mi mente convenios colectivos e infinitos contratos de trabajo. Transformé mi tienda en despacho: donde antes había latas de conservas ahora brillaban libros de jurisprudencia. En poco tiempo realicé juicios de despidos con gran soltura y brillantez. La debacle ocurrió cuando a un Juez, le dio por sentenciar que el milagroso cosmético no tenía los permisos sanitarios pertinentes. Ordenó destruir el género y cerrar el laboratorio. Sin existencias, he vuelto a ser el charcutero de siempre. Al menos las hojas de los libros me servirán para envolver el salchichón.
| Mayo 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 9EL DILEMA
Cuando recibí en herencia un robot abogado pensé si era una broma. Corría el año 2132 y en la Tierra ya no había que litigar. Tras sangrientas guerras en las que la población quedó diezmada, los supervivientes expresaron una fatiga endémica a cualquier controversia. En pocos años se extinguieron los delincuentes, despidos, divorcios y pleitos. Los abogados se dedicaban a otros quehaceres y fueron sustituidos por robots, los cuales cayeron en desuso, pues estaban programados para asesoramiento, informes jurídicos y juicios.
Intenté que mi robot abogado aprendiera a limpiar el polvo, pasar el mocho o cocinar una lubina, pero se mostró de lo más inútil. Un día, desesperado, por aquello de encontrarle algún valor, acuchillé a mi vecino. Entonces sí acudió diligente y me defendió con pericia. La pérdida del juicio, no impidió su recurso. Al final consiguió mi absolución. Pero lo desconecté tras ello. Prefería tenerlo como objeto decorativo.| Febrero 2018
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 8BRILLANTE ALEGATO
“¡Informe la defensa!” -ordenó el Magistrado Rey de Picas-. Era el día cero, el más importante del mundo de la baraja de póker. El juicio al depuesto dictador Joker, responsable del plan de genocidio de todas las cartas de corazones, llegaba a su vencimiento tras largos debates. El encargado de seguridad Dos de Trébol, custodiaba al imputado con semblante cansado. En un acalorado discurso, el Ministerio Fiscal Jota de Rombos había pedido la pena de muerte del enjuiciado. Tomó la palabra la letrada Dama de Trébol. “Señoría” –dijo-, “lamentablemente no quedan cartas de corazones. Cómo vamos entonces a justificar nuestra existencia, faltando uno de los cuatro palos que sostienen el juego. Matar al Joker significaría nuestra desaparición. Dejarlo vivir, la salvación. Piense. Es el único que puede ser cualquier carta. Condene a él y a su estirpe a ser corazones”. Y así comenzó una nueva era para la baraja.
| Enero 2016
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 3EL TRUCO FINAL
Cuando mis hijos me ingresaron en el asilo, mi alma de letrado peleón se rebeló contra aquel ultraje. Fueron muchos los escritos que planteé ante las más altas instancias, incluido el Fiscal General, exponiendo mi queja y abogando por otras medidas menos gravosas para mi persona. Pero nadie contestó, y los que lo hicieron, se limitaron a una breve nota de no injerencia en asuntos familiares internos. Hoy tras cinco años de lucha, miro atrás en el calendario y sólo veo lo confiado que fui cuando puse al frente de mi exitoso bufete a mis vástagos. No dudaron en usurparme lo que era mío, enviándome al exilio en esta residencia de gruesos muros y amplios barrotes. Pero todo va a cambiar. Antes de abogado fui escapista, de los mejores. Me apodaban Harry el Fenómeno. Hoy les haré mi truco final. Eso sí, necesito a mi ayudante: que pase La Parca.
VII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados | Enero 2015
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 1