Juan Pablo Goñi Capurro
Microrrelatos publicados
Perseguida
Atravesaba el momento de desorganización propio de los divorcios. En la puerta de tribunales, noté que un joven moreno me miraba intensamente. No tengo físico de modelo, vestía el trajecito que encontré en la primera percha, nada en mí podía despertar el interés de un joven. Llevaba un cargo, sobre la hora. Me acerqué a la cola de Mesa de Entradas. El moreno se puso detrás. Asustada, dejé el escrito en manos de una colega y corrí al baño de damas. Tres veces me asomé y lo vi de pie, atento a los sanitarios. Eran las diez, ya. Enojada, salí a enfrentarlo. Lo insulté y le pedí explicaciones. El joven, avergonzado, se identificó como el testigo para la audiencia de las ocho. Tarde recordé que su testimonio avalaba una pretensión que habíamos planteado la semana anterior. Fue mi turno para el bochorno. Y aún me quedaba enfrentar al cliente.
| Agosto 2015
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 4La apelación
Cuando le comuniqué que nuestra contraparte había decidido apelar, mi cliente cambió sus modales de manera radical. Perdió su actitud de hombre sensato y me insultó, sin aceptar que estaba fuera de mis posibilidades impedir al oponente el ejercicio de su derecho. Se fue antes que lograra convencerlo, dando un sonoro portazo, expresando la pobre opinión que le merecían mis servicios, amenazando con pedir mi expulsión del colegio. Por primera vez en mi carrera, salí rojo de vergüenza del despacho para enfrentar a quienes aguardaban en la sala de espera –mi secretaria tenía turno en el dentista. Mi rubor no tuvo testigos, me encontré con ocho sillas sin ocupantes, como si el comerciante los hubiera obligado a buscar otro abogado.
Semanas después vi el aviso de quiebra y comprendí la reacción de aquel cliente perturbado. Para entonces, se había vuelto una moda la sala de espera desierta.| Junio 2015
Participante
Votos recibidos por la Comunidad: 1