La amante cruel

Antonio Martín · Málaga 

La abogacía es una amante exigente. Le llevo dedicados muchos años de mi vida y nunca tiene suficiente. Controla cada segundo de mi existencia. Si me distraigo observando la inocente sonrisa de un niño, ella me recuerda el juicio del dentista, si de viaje admiro un bello puente, a mi cabeza trae a aquel cliente constructor para hacerme dudar si propuse o no su pericial; y si una mujer me ofrece su amistad, la abogacía, celosa, solo me deja pensar en el recurso de último divorcio que perdí. No le importa si hace sol o está nublado, si hace frío o calor, ella siempre me demanda que esté a su disposición. Hay quien me dice ¿Por qué no le das calabazas, si tanto te presiona? Ellos no saben qué se siente cuando ella está contenta…

 

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