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Lorenzo David Rubio Martínez 

Cuando terminó el doble grado en Derecho y Periodismo, varios bufetes intentaron contratarlo. Pero rechazó las ofertas. Era un abogado difícil de definir: su propósito no era enriquecerse, sino ayudar a los demás. Se hizo voluntario de asilos, a los que acudía a atender a los ancianos. Si uno era sospechoso de haber robado un par de pastillas azules, le defendía ante las enfermeras, si a otro no le permitían fumarse un cigarrillo, preparaba su alegato. Compaginaba esta labor disfrazándose de payaso del circo para visitar a niños enfermos en hospitales y sacarles una sonrisa. También llevaba mantas y cafés con leche a los sintecho. Incluso se prestaba a colaborar con las ONG que necesitaran cualquier ayuda o servicio jurídico. Todo lo hacía acompañado de un cámara, pues presentaba en la sobremesa un programa de televisión que estaba batiendo récords de audiencia, en el que emitía reportajes sobre buenas acciones.

 

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