Imagen de perfilLA DECISIÓN

Ana Isabel Rodríguez Vázquez 

Abandoné el bufete de forma inesperada.
Después de una angustiosa noche en el hospital, entendí que aquella situación no era sostenible, y me alejé del ambiente tóxico de la ciudad.
El aire había llegado a un nivel de degradación tan extremo, que respirar era una actividad de alto riesgo.
Aunque mis ingresos se verían mermados, podría disfrutar de un pequeño ecosistema en el que proteger lo realmente importante; y rodearme de una diversidad de especies que sólo parecían existir en los documentales de televisión.
No fue fácil, me tacharon de loco.
«Un prestigioso abogado viviendo en una cabaña en medio del bosque…»
Pero sé que tomé la decisión correcta, porque ninguno de mis éxitos profesionales podría compararse con el placer de ver a mi hijo corriendo por el campo sin su respirador.

 

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