Cambalache

Manuel Sánchez Vicente · Madrid 

Cuando puse fin a nuestra crisis de pareja ahogándote en la bañera no supe qué hacer, así que enterré tu cuerpo bajo las losetas del sótano y comencé a imitar tu voz. Escuché el contestador hasta que hice mía esa forma de arrastrar la letra “g”, como un gourmet francés. Luego estudié nuestros vídeos. Copié tus gestos rotundos, tu peinado caótico y esa manía tan tuya de mordisquearte la lengua con los paletos, como hacen los niños traviesos. Han pasado diez años desde que desaparecí y ahora te acusan de un crimen. Creen que me has asesinado. Mi abogado ha presentado una apelación en el juzgado, pero mi única opción es que no registren la casa. Cariño, veo tu cara en el espejo y recuerdo que nunca fuiste rencorosa. Por favor, deja que recupere mi aspecto. Al fin y al cabo, yo te devolví la vida.

 

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