Oficio
Julia A. García NavarroLa administración de justicia funciona ágil, precisamente ahora que la necesito lenta al cuadrado. Ando sin fuerza por las sesiones de quimioterapia y no cuento con coartada creíble para desmontar la acusación.
Sé que moriré este año bisiesto y ojalá que sea rápido. Quisiera despedirme en libertad, pues he pasado media vida preso.
Ya no queda nadie a quien le importe, aunque una curiosa mujer me visita de vez en cuando.
Es joven y guapa pero me pone nervioso que llame al timbre y entre en tromba, insistiendo que trabajemos juntos la defensa. Me armo de paciencia y le explico que debe aceptar perder este caso mío del turno de oficio. Ella se enfada, responde que hizo juramento de ser fiador de mi inocencia y se pone café en la cocina, sin pedir permiso.
Después se sienta a mi lado en la mesa camilla, empeñada en cumplir lo prometido.