VIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados

Ganador del Mes

Imagen de perfilElla

Antonio Presencia Crespo · Valencia 

Empezó la vista hace rato. Llevo cuatro años, con su bisiesto, trabajando como ujier del juzgado número 2, y ella nunca ha faltado, pero aun así no me acostumbro a sus retrasos. Además, el acusado de hoy me da pena. Con esos ojos tristes, abrumado por un lío que no entiende. Pero es la ley, y la administración no perdona. Firmó como fiador documentos de su hijo, guiado por la fuerza del amor paterno, como dice su abogado. Por fin, ya está aquí, me sonríe. Hoy hay mucho trabajo, dice. Nadie la mira mientras ocupa su lugar en el cuadrado central. La perciben sin verla. El abogado se calla de pronto, y por fin parece entender. El juez se incorpora en el asiento, viendo las cosas claras. Todo se endereza, pero yo no me acostumbro, ni siquiera a ella. Me desconcierta su aspecto, su extraña balanza y sus ojos tapados.

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El más votado por la comunidad

Imagen de perfilLA PROFESIÓN MÁS BELLA DEL MUNDO

Jose Maria Alonso Martin 

Un día hace muchos años me preguntó mi hijo qué era eso de ser abogado. Dudé e incluso intenté desviar la conversación, pero siendo caso de fuerza mayor, como lo es siempre dar respuesta a las preguntas infantiles, tuve, no sin dificultad, que empeñarme. “Imagínate que soy tu fiador, alguien que siempre responde por ti. Alguien que trabaja los 365 días del año, uno más si es bisiesto. Para quien la administración no tiene que ir siempre de la mano de la justicia. Alguien que está pendiente de tus asuntos más que tú mismo y que no escatima tiempo ni esfuerzo en darte la información que necesitas. Que te anima y te consuela. Imagínate todo eso y elévalo al cuadrado.” Entonces mi hijo entornó los ojos y sonriendo me espetó: “Pero papá, eso, más que ser abogado, es ser padre”.

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Relatos seleccionados

  • Imagen de perfilADIOS

    Manuel Puig Fernández 

    Él era un trabajador incasable, de esos a los que les gustan los años bisiestos si caen en día laborable. No es que fuera un genio, todo lo contrario, era más bien cuadrado de mente, aunque todo lo compensaba con su fuerza de voluntad y entrega extenuante, los horarios no iban con él. El despacho era su casa, y su casa, su lugar de vacaciones. No era muy bueno con la administración, "los abogados no estamos hechos para los números" solía decirme, en eso es en lo único que creo que le complementé. Fiador de secretos, sobre todo de esos errores que cometes por novato y que, con suerte, no tienen transcendencia. Y, por supuesto, y por encima de todas las cosas, además de gran profesional, una gran persona. Hoy me despido de él, este es mi pequeño homenaje a aquel que fue mi mentor, despúes mi compañero y siempre será mi padre.

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  • Imagen de perfilEl elemento

    Miriam Guardiola Salmerón 

    Fue un año bisiesto cuando mi padre me llevó a conocer al “ hombre de la administración”. Nunca supe su verdadero nombre porque en el pueblo todos lo llamaban así. Viejo y sabio, tenía un don especial para predecir el futuro de los jóvenes y no dudaba en ayudarlos, cual mecenas, si tenían talento. Años después, me contaría que si el menor era creativo lo mejor eran las artes. Decididos, negocios. Responsables y brillantes, científicos. Hay que buscar el elemento- decía- un punto entre dos coordenadas donde coincide lo que somos y lo que amamos. Se convirtió en mi fiador y mentor. Nunca supe qué vio en mí, pero mi padre dijo que valentía, perseverancia, inteligencia, desparpajo y fuerza. Cualidades que debe tener todo Letrado. Y ahora estoy mirando un marco cuadrado con mi nombre y el membrete de “ abogado”. Pienso en el viejo sabio. Sonrío.

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  • Imagen de perfilUNA NOCHE CON JOAQUINA

    Lourdes García Huesca 

    Me siento cansado y sin fuerza. Ésta ha sido, nuevamente, una noche en blanco, una más para mi saco de cansancio que este año, para postres, me regala una por ser bisiesto.
    Joaquina visita mis sueños, supongo que imaginarla dormir en el suelo del cajero con la manta que le regalé, no me ayuda a sentirme mejor. Hace frío, por más que este invierno pretenda ser cálido.
    ¿Una manta? ¿A quién se le ocurre? Soy abogado –me digo- así que utilizaré mis manos para conseguir que la administración que sea le dé ese cuadrado que dicen ser una vivienda (por más que dude en calificarla de “digna”), esas cuatro paredes que le permitan dormir cobijada. Pero sobre todo, soy persona -me censuro-, así que iré a su banco, me constituiré en su fiador, porque para ellos dos suman más garantía, y porque así, por fin, podré descansar tranquilo.

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  • Imagen de perfilPacto

    Daniel Cotta Lobato · Córdoba  

    Una vez licenciados y colegiados, los dos amigos, médico y abogado, hicieron un pacto: el médico trataría al abogado en caso de ingreso hospitalario, y el abogado defendería al médico si alguna vez lo demandaban. La fuerza de un cólico postró al abogado en un quirófano. El médico, cuadrado ante la mesa de operaciones, erró el tiro y le extirpó el bazo en lugar de la vesícula. El abogado lo demandó, pero, fiel al pacto, tuvo también que defenderlo, y ocurrió lo que no sucede ni en años bisiestos: que el abogado defendió al médico contra sí mismo. Y fue tan íntegro durante la administración de justicia, que perdió y ganó el pleito al mismo tiempo. Perdió como cliente, ganó como abogado. El médico salió con cajas destempladas de la clínica. El abogado halló al día siguiente dos mil nuevos clientes ávidos de tan buen fiador de su defensa.

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  • Imagen de perfilR.I.P.

    ANTONIO LUIS MIRANDA SANCHEZ 

    Mañana moriré. Se me antoja como algo placentero. Un descanso por fin. Cuando amanezca, solo podré disponer de mi propia vida. Lo perdí todo y mañana se ejecutará el desahucio. No es solo la pérdida de 50 metros cuadrados, es la condena a no ser nadie. Será un veintinueve de febrero, así solo me llorarán cada año bisiesto. Es el único legado que puedo dejar. Eso y esta vieja pluma. Con ella firmé aquel maldito documento como fiador y con ella escribo estas palabras. Que sea para él, para mi abogado. El nunca perdió la fe, peleó con fuerza cada revés. Con la guerra perdida siguió empeñado en ganar batallas, retrasando un final inevitable. Paralizó la ejecución una y otra vez, consiguiendo de la administración plazos de gracia. Mi única vergüenza es haberme rendido antes que él. Quizás mañana lo vuelva a conseguir, pero ya estoy muy cansado. Lo siento.

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  • Imagen de perfilFuerza inquebrantable

    Mercedes Sáenz Blasco 

    Agobiada por la sanción que acababa de comunicarme el jefe de la administración de hacienda, no vi el cuadrado que dibujaste en su almanaque –junto al 28 de febrero- hasta que dijo: Bórralo. “Faltaba el día de mi cumple”, refunfuñaste. Y tenías razón, aquel año no fue bisiesto. Camino de la pensión tu grito “No es justo”, me rompió el alma. “¡Ay, hijo, hay tanta injusticia!” “¿Injusticia? ¿Qué es eso, mami?” Entonces me desahogue contigo porque creí que con tres años no entenderías, o no te dolería tanto, y te conté cómo nos embargaron el piso por ser tu padre fiador de su jefe. Cómo la depresión le llevó al suicidio. Y cómo yo, embarazada y sola, me vi en la calle. “No llores, mami, voy a arreglarlo todo” Fue cuando descubrí en tus ojos esa fuerza inquebrantable que hoy te coloca en lo más alto del estrado.

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  • Imagen de perfilCinco minutos de gloria

    Raquel Lozano Calleja 

    Tras cuarenta años en la administración, Benito López, vigilante jurado del Juzgado, ha pasado siempre inadvertido. A pesar de su expediente intachable, nadie lo ha felicitado nunca. Ni cuando a la fuerza y sin uso de arma alguna, detuvo al preso que trataba de escapar tras su declaración ante el Juez, ni cuando aquel pobre hombre quiso vengarse del usurero fiador, intentando clavarle el abrecartas del secretario.
    Esta noche, una cualquiera de un año bisiesto, es su última noche allí. Nadie lo espera para cenar después, nadie ha preparado una fiesta con palabras de halago y reloj de oro por su jubilación.
    Tan sólo el espejo del baño le recordará quien es, tan sólo ese reflejo cuadrado será testigo mudo de la única vez que Benito use la reglamentaria. Quizá mañana sí hablen de él.

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  • Imagen de perfilVEINTINUEVE

    LAURA MONTESINOS 

    Veintinueve, año bisiesto. Le relajaba observar ese cuadro que acertadamente estaba colocado a espaldas de Su Señoría: cuadrado, de colores cálidos y con un mensaje fácilmente interpretable. Le recordó a la última tarde de verano que pasó en el caserón de sus abuelos contemplando el atardecer. Su abuelo, fiador por excelencia, había quedado arruinado por avalar al pequeño de sus hijos en uno de sus aventurados negocios. Poco después, una expropiación forzosa acabó por arrancarles el caserón familiar.

    - “ Fuerza, Pablo” ( pensó). Se ratificó en su demanda e hizo hincapié en las actuaciones más abusivas en las que había incurrido la administración. El guiño de su Señoría auguraba un buen resultado.

    -Abuela, despierta, han pasado cuatro años, felicidades. Sus ojos cansados miraron tímidamente a la auxiliar. Al lado, la cama donde le dio las buenas noches por última vez. No sabía, que ese mismo día, volvería al caserón.

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  • Imagen de perfilUn pozo sin fin

    Alberto Arroba Malpica 

    Al cerrar los ojos, pude oír las risas y cantos de aquellos que, junto a mi abuelo, celebraban cada año bisiesto su cumpleaños. Al abrirlos, observé esas paredes de papel que, repletas de viejas fotos, me llenaron de nostalgia. Y al rebuscar un poco, encontré ese muñeco de cabeza cuadrada con el que solía jugar y que ahora descansa en el desván. Sin embargo, por culpa de una plusvalía, seré el heredero de una historia que se tendrá que borrar. Pues a día de hoy, no he encontrado banco, fiador o fuerza de otro planeta que me pueda ayudar. Tan sólo me queda la esperanza de que mi abogado, cargado de experiencia, tenacidad y audacia, halle el modo de que un hogar lleno de sueños no acabe, como una simple moneda, en el pozo de la administración.

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  • Imagen de perfilOficio

    Julia A. García Navarro 

    La administración de justicia funciona ágil, precisamente ahora que la necesito lenta al cuadrado. Ando sin fuerza por las sesiones de quimioterapia y no cuento con coartada creíble para desmontar la acusación.

    Sé que moriré este año bisiesto y ojalá que sea rápido. Quisiera despedirme en libertad, pues he pasado media vida preso.

    Ya no queda nadie a quien le importe, aunque una curiosa mujer me visita de vez en cuando.

    Es joven y guapa pero me pone nervioso que llame al timbre y entre en tromba, insistiendo que trabajemos juntos la defensa. Me armo de paciencia y le explico que debe aceptar perder este caso mío del turno de oficio. Ella se enfada, responde que hizo juramento de ser fiador de mi inocencia y se pone café en la cocina, sin pedir permiso.
    Después se sienta a mi lado en la mesa camilla, empeñada en cumplir lo prometido.

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  • Imagen de perfilDUENDE

    Victoria Díaz Buzón · Cádiz 

    Papá no te arrepientas de no haberme animado a preparar las oposiciones para la administración de justicia y gracias por perseverar en que ejerciera. No busco la seguridad de un salario de por vida. Los comienzos siempre fueron duros, necesito un fiador para correr con los gastos que he de soportar mientras encuentro clientes que puedan pagar. Pero tengo la fuerza suficiente de emprender este camino para defender los derechos de ciudadanos que pidan justicia y, en la creencia de poder hacer lo que quiero, van surgiendo los medios de acción para lograr ese propósito, proyectando día a día en el mundo real la ilusión creada en mi mente y no al revés: no importan los metros cuadrados que tenga mi despacho, sino el duende que todos llevamos dentro que cada mañana disfruta con lo que hace y no con lo que tiene. Con más o menos presupuesto..es año bisiesto.

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  • Imagen de perfilSí, soy joven ¿y qué?

    Ana Cabañero Lozano · Tarragona 

    -Pero… ¿cuántos años tienes?
    - ¡Si eres más joven que mi hija!
    -Además de hacer spinning y caipirinhas ¿eres abogada?
    - ¡Pues yo te tenía por camarera de toda la vida!

    El fiador, la víctima, y el acusado, me regalan su mirada atónita en ese cuadrado donde empequeñezco por segundos y no encuentro la salida. Rápidamente, me lleno de fuerza y respondo que es cierto, soy joven, y que he invertido mis 25 años para que la maravillosa Administración me pusiera a prueba antes de entregarme ese trocito de cartón plastificado que me habilita a ejercer.

    Empecé hace unos pocos meses en un pequeño despacho de mi pueblo, pueblo que me ha visto crecer, ir al gimnasio y ser camarera para poder sufragar mis amplios estudios, simples actos que ahora me arrojan a la incertidumbre.

    Pero aquí estoy, en este largo año bisiesto para gritar: Sí, soy joven ¿y qué?

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  • Imagen de perfilHe ganado un cliente

    Miguel Angel Martin-Vares Sanchez · Madrid 

    Era el segundo asunto que me turnaba la guardia. Declaración como investigado tras querella de entidad bancaria contra fiador. Alzamiento de bienes y administración desleal. Autos voluminosos, fotocopiadora estropeada y prisas de Su Señoría, lo de siempre. Me aíslo del murmullo y leo rápido. Con precisión de cirujano consigo en cinco minutos diseccionar el caso y encontrar la estrategia de defensa: sello cuadrado de presentación de uno de marzo y hechos cometidos cinco años atrás el último día de febrero de año bisiesto. Hechos prescritos, caso ganado. El funcionario se acerca, mi aún desconocido cliente ha llegado y aguarda fuera impaciente. Aprieto con fuerza el nudo de la corbata y me dirijo hacia él. Sin duda quedará impresionado y a la vez sorprendido por mi destreza y eficacia. Siento ese cosquilleo que anticipa un encuentro prometedor. Mirándome directamente a los ojos y sin saludar me espeta: vengo con abogado particular.

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  • Imagen de perfilEste año es bisiesto

    Elena Lechón Fleta 

    Este año es bisiesto, pero para ella sólo traerá un día más de angustia.
    Recuerda cuando llegó de la Administración de Justicia ese sobre grande y cuadrado, leía palabras que no entendía : impagos, avales, fiador, desalojo...
    Siente no le queda fuerza para continuar, sólo la suficiente para abrir la ventana, y descansar, acabar con todo.
    Entonces sonó el móvil, dudó, vio que era su abogada y pensó que no perdía nada por responder, pero otra vez palabras que no entendía bien: dación, acuerdo, realojo y algo que si que por fin entendió: tranquila, solucionado, ni tus hijos ni tu os quedáis en la calle.
    Suspiró, dejó el móvil y cerró la ventana.

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  • Imagen de perfilEN UNA GALAXIA MUY LEJANA

    Nicolás Montiel Puerta 

    Cada vez que se ponía la toga se sentía como un Jedi, y no dudaba en recorrer todo el universo de la jurisdicción contencioso-administrativa para enfrentarse a cualquier administración del Imperio. Era su destino y nada podía hacer para cambiarlo. En su juventud, en la Luna de Endor, donde cada año era siempre bisiesto, su padre y maestro, críptico por costumbre, se lo dejó muy claro:
    --- Éste es tu cuadrado, todos tenemos uno, y nos acompaña toda la vida. No permitas que nadie te avasalle y lo pise, y nunca pises tú el de otro… Recuérdalo.
    Años después, cuando él mismo se convirtió en ejemplo y fiador de sus propios aprendices, su padre aún solía aparecérsele en forma de colorido holograma, caminando circunspecto por encima del arco iris para insistirle:
    --- Eres abogado, cuidado con el reverso tenebroso de la fuerza.

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  • Imagen de perfilLA PROFESIÓN MÁS BELLA DEL MUNDO

    Jose Maria Alonso Martin 

    Un día hace muchos años me preguntó mi hijo qué era eso de ser abogado.

    Dudé e incluso intenté desviar la conversación, pero siendo caso de fuerza mayor, como lo es siempre dar respuesta a las preguntas infantiles, tuve, no sin dificultad, que empeñarme.

    “Imagínate que soy tu fiador, alguien que siempre responde por ti. Alguien que trabaja los 365 días del año, uno más si es bisiesto. Para quien la administración no tiene que ir siempre de la mano de la justicia. Alguien que está pendiente de tus asuntos más que tú mismo y que no escatima tiempo ni esfuerzo en darte la información que necesitas. Que te anima y te consuela. Imagínate todo eso y elévalo al cuadrado.”

    Entonces mi hijo entornó los ojos y sonriendo me espetó: “Pero papá, eso, más que ser abogado, es ser padre”.

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  • Imagen de perfilCarta a un abogado

    ROSA GALLARDO 

    Martina ha tenido hoy tres juicios y cuatro reuniones. Son las diez de la noche, llega a casa. La cena la tiene preparada en la mesa, se dispone a encender la tele cuando encuentra una carta rosa:
    Mi súper héroe favorito no se sirve de la fuerza sino de la inteligencia.
    Se viste con capa negra y traje de chaqueta.
    En un metro cuadrado puede elaborar numerosos mecanismos de defensa ¡Qué gran treta!
    En la Administración de Justicia libra sus batallas, y ¡qué casualidad que todas las gana!
    No necesita fiador para sus defendidos, todo se basa en la extrema confianza.
    Toda injusticia por ella es velada, tratada y arreglada.
    Año bisiesto, año normal, ¿qué más da? Ella nunca deja de actuar.
    Por todo ello te quería felicitar y por supuesto, ¡por ser la mejor MAMÁ!
    Su hija corre para abrazarla, no había mejor forma de acabar el día.

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  • Imagen de perfilALUMBRANDO EXPECTATIVAS

    Eva María Cardona Guasch 

    Mi hijo nació en año bisiesto, año olímpico. Será por eso que aprende rápido, es alto y presume de fuerza. Por las tardes me espera en el despacho. Allí me doy cuenta de cómo crece. Antes parloteaba o jugaba a las damas con la secretaria. Ahora hace sus deberes mientras yo atiendo a mis clientes en sus tribulaciones sobre administraciones desleales, fiadores solidarios, deudas imposibles y socios estafados. También escribe relatos en su cuaderno cuadrado y verde, su color favorito. Leí el último. Explicaba quiénes son las emociones, unas peculiares y a veces traviesas criaturas, según él. A cada una le dio un nombre propio: al amor, Corazón; al miedo, Temblor; a la alegría, Sonrisa. Y Abogada a la esperanza. “¿Por qué?”, pregunté. “Tus clientes entran preocupados a tu despacho. No sé si arreglas sus problemas pero cuando salen están convencidos de que lo harás”.

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  • Imagen de perfilUNA CITA SENCILLA

    EVA CORNUDELLA SAENZ DE VALLUERCA 

    Grandote, cuadrado, con un aspecto acorde con la fuerza de su discurso, mi contrario entra en la sala de vistas.
    Le temo, hace unos años me las vi con él en un día similar; un 29 de febrero de un año bisiesto. Parece cosa del destino. Entonces, como ahora, el delito también era económico.
    Defendió en su día con ahínco un asunto de administración desleal, y hoy se erige en la defensa de un cliente supuestamente ajeno a la causa.
    Mi cliente lleva en su rostro el sello de la culpa, mientras que el suyo, escurrido, pequeñísimo al lado de la envergadura de su letrado, es tan solo un fiador; un pobre incauto que acabó metido en las operaciones inmobiliarias por mera confianza.
    Lo sabe él, lo sé yo. Se pone la toga, inmensa, majestuosa, protectora. Y respira tranquilo. Un día único cada cuatro años. Una cita sencilla para él.

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  • Imagen de perfilUN DÍA MÁS

    Paloma Hidalgo D 

    Fuerza, me digo cuando el espejo del baño me muestra un individuo todo ojeras por el escaso sueño y las miles de tareas del consejo de administración pendientes. Ánimo, tú puedes, insisto al tipo pasado de peso y recién duchado, que sigue mirándome desde el cuadrado lleno de vaho con curiosidad. Yo confío en ti porque sé que eres honesto, un buen fiador, un abogado comprometido que sigue adelante, esquivando el desánimo, empeñado en defender en justicia los derechos de esta sociedad. Él sonríe, me cree. Además, amigo, añado mientras me seco el poco pelo que me queda, estamos en año bisiesto. Y eso quiere decir, leo en sus labios, que tienes un día más para conseguirlo.

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  • Imagen de perfilFALTAS DE ORTOGRAFÍA

    Amparo Martínez Alonso 

    “¡Aquí tienes la prueba!”, me recrimina mi mujer mientras señala el papel que cuelga del frigorífico. Y frunciendo el ceño, cual fiador estafado, sentencia con fuerza: “¡Debes solucionarlo ya!”. No entiendo su enfado. Es un dibujo precioso… Aunque Martita nos haya dibujado junto a una casa azul, cuadrada, con una ventana en el centro y sin puerta (más parecida a cualquier administración de lotería). Sobre la figura de Superman (con capa roja y todo) ha escrito: “papa”, y debajo: “Mi papa es avogado y salva a la jente”… Sonrío orgulloso. ¡Mi hija valora mi trabajo y me ve como un superhéroe! (ya aprenderá ortografía, todavía es muy pequeña)… Continúo leyendo: “Quiero mucho a mi papa aunque solo juega con migo los años bisiestos”… Entonces se me borra la sonrisa (la mía, no la de superman), y comprendo el disgusto de mi mujer: ¡no es tanto por las faltas de ortografía!

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