UNA CITA SENCILLA
EVA CORNUDELLA SAENZ DE VALLUERCA Grandote, cuadrado, con un aspecto acorde con la fuerza de su discurso, mi contrario entra en la sala de vistas.
Le temo, hace unos años me las vi con él en un día similar; un 29 de febrero de un año bisiesto. Parece cosa del destino. Entonces, como ahora, el delito también era económico.
Defendió en su día con ahínco un asunto de administración desleal, y hoy se erige en la defensa de un cliente supuestamente ajeno a la causa.
Mi cliente lleva en su rostro el sello de la culpa, mientras que el suyo, escurrido, pequeñísimo al lado de la envergadura de su letrado, es tan solo un fiador; un pobre incauto que acabó metido en las operaciones inmobiliarias por mera confianza.
Lo sabe él, lo sé yo. Se pone la toga, inmensa, majestuosa, protectora. Y respira tranquilo. Un día único cada cuatro años. Una cita sencilla para él.
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I knew this watch. I knew it because my dad had one just like it, and I had been obsessed with it since childhood. I have vivid memories of my father and his Submariner, a matte dial 5513 from 1982. I would gaze at the watch on his wrist, the white from those circles and rectangles and the triangle at the top always caught my eye. When he would take it off, I would put it on. I knew Rolex from a young age, and link I knew from that watch.