SEMILLAS
ÁNGEL SAIZ MORAMi hija hablaba con admiración del nuevo profesor de Literatura, un hombre muy desaliñado, que aparte de transmitir conocimientos académicos, dedicaba veinte minutos de cada clase a comentar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Muchos de sus alumnos rechazaron dedicar largos años a convertirse en ingenieros o médicos, anhelaban darlo todo cuanto antes para corregir el mundo.
Los padres me eligieron a mí, como abogada, para amenazarle con una denuncia, por llenar las jóvenes cabezas de hambre de sueños inalcanzables, que comprometían su porvenir laboral.
Al conocerlo en persona, pese a su chaqueta raída, confirmé que la elocuencia es su recurso. Reconozco que ha ampliado mi crecimiento personal. A cambio, le asesoro en el suministro de vestuario, que falta le hacía. Alguien le tiene que proteger, además, de reclamaciones legales de padres airados. Soy feliz así, no menos que mi hija, ahora también suya, mientras limpia de plásticos el Mediterráneo.
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Pocas personas hay que sean tan convincentes como ese profesor de literatura que conciencia a sus alumnos en el desarrollo sostenible. Una de esas pocas personas eres tú, Ángel, contando historias. Me ha encantado.
Ya me gustaría tener la mitad de la elocuencia de este profesor, transmitir con convencimiento los problemas a los que hemos de afrontarnos, al tiempo de sembrar una semilla en los jóvenes para buscar un futuro común.
Mil gracias por tus palabras, Juan Manuel. Me alegra que te haya gustado.
Un abrazo
Está claro que es un hombre con mucha labia. Pero también con grandes principios. Gran final, Ángel, saludos y un voto más.
Esa labia, al contrario de la que estamos tan acostumbrados por parte de políticos, tertulianos y demás, está fundamentada, como bien dices, en fundamentos de los que está convencido, de ahí su fuerza al transmitirlos.
Muchas gracias, Pablo.
Saludos
Eres un optimista, Ángel, y me aventuro a decir que tu bonhomía se entremezcla con tu habilidad para construir grandes relatos, como éste, y para instruir en la posibilidad de que dejemos de ser islas. Grande, Ángel. Enhorabuena, mi voto, y un abrazo.
Ese es nuestro problema. Conocemos los males que nos asolan y que debemos ponerles remedio, pero seguimos encerrados en nuestra pequeña isla, es más cómodo no querer saber, no querer hacer.
A toda acción le precede una concienciación. Ojalá con nuestras pequeñas historias podamos contribuir, aunque sea de forma mínima a mejorar el futuro.
Muchas gracias y un abrazo, Nicolás.
Hola, Ángel.
A veces, nos deslumbran los grandes trajes sin intentar mirar más allá. Ese hombre, desaliñado y de chaqueta raída era un mago del convencimiento.
Me gusta tu optimismo que, por supuesto, comparto. Sueño con un mundo mejor. Nos lo merecemos.
Un abrazo gigante.
Nadie es perfecto. Este hombre, necesitado de ayuda con la ropa, merecía, además, una buena mujer y una buena hija. Como bien dices. Nos merecemos un mundo mejor, y nuestra descendencia mucho más aún. Por difícil que parezca, hay que creer en ello, es el primer paso para cambiar el mal rumbo.
Mil gracias y otro abrazo grande para ti, Towi
Siempre soñé con tener un profesor como el de tu relato. No tuve esa suerte. Me parece tan inspirador y esencial en la vida que tendría que haber muchos como él. Fíjate, me da la sensación de que él ha aprendido de ti.
Un abrazo y mi voto.
Creo que compartimos la misma sensación. Me hubiera encantado tener un maestro que no solo inculcase materias con mayor o menor eficacia, sino también valores con entusiasmo, pero ninguno me dejó esa huella. Supongo que al escribir plasmamos nuestros deseos, además de las frustraciones. Soy yo quien tiene un mundo por aprender, de tus buenas historias, por ejemplo.
Muchas gracias y un abrazo María
Enhorabuena, Ángel. Creo que tu relato nos ha hecho recordar a la clase magistral que tenían algunos de nuestros profesores de la escuela. Mi voto y buena suerte.
Ser profesor es una labor vocacional, llena de responsabilidad, además de todo un reto. Es fácil reconocerlos, porque brillan como un tesoro. A mí, como imagino que a la mayoría, me hubiera encantado decir que tuve la suerte de encontrame con muchos.
Muchas gracias y un abrazo, Juan Carlos
Hola otra vez Ángel, me encanta tu relato, ojalá yo hubiese tenido un profesor así!! Por desgracia ,hay pocos que sepan transmitir , hay pocos con esas inquietudes.
Me ha gustado el sentido de humor que utilizas para narrar una historia con un buen fondo.
Suerte!!!!
Muy cierto. No es solo cuestión de conocimientos, también hay que saber transmitir y tener la intención de comunicar en el mejor sentido humano posible. Ya me hubiese gustado también un profesor así.
Muchas gracias, Alejandra.
Un abrazo
Bravoy Angel! Con tu estilo y la maestría de siempre dices mucho con pocas palabras. Un voto y un abrazo
Me alegra que te guste.
Muchas gracias, Jero
Un abrazo
Ojalá hubiera más profesores como éste, capaces de dejar esa maravillosa impronta en sus alumnos. Sin duda el mundo sería mucho mejor. Enhorabuena por tu relato, Ángel. Te envío mi voto y un saludo.
Es el profesor que todos hubiéramos querido tener. Como bien dices, ojalá hubiera muchos como él.
Muchas gracias, Isabel.
Un saludo
Me ha gustado mucho tu relato, Ángel!
En la presentación de personajes parece dominar el «tópico» de las profesiones, pero acabas dando un giro en el que cada uno de ellos se «contamina» del otro y avanza hacia un futuro prometedor y lleno de optimismo.
Enhorabuena y mucha suerte!!
Un abrazo
Marta
Todos influimos en todos, no somos islas, ni queremos serlos. Unidos nos enriquecemos y unidos avanzamos.
Muchas gracias y un abrazo, Marta
¡Qué bueno Ángel! Me encanta esa ironía para defender algo tan serio, tan importante, vamos que nos va la vida en ello. Siempre me han gustado ese tipo de profesores, he sido una gran defensora de ellos, así que, tu relato me va como anillo al dedo.
Te ha salido un relato redondo, mucha suerte.
Un abrazo
Intentar mejorar el mundo debería ser una asignatura obligatoria, un propósito necesario que inculcar a cada generación. La vida y el futuro nos van en ello, desde luego. Es una lástima que algo que debería ser natural y general sea solo el empeño individual de unas pocas personas, como este profesor.
Muchas gracias y un abrazo, Almudena
Qué historia más tierna. Y la cuentas «tan simple», que parece fácil (escribirla y vivirla).
Te felicito una vez más, Ángel, por estos trozos de vida que plasmas con tanta maestría en un papel.
Un abrazo
La vida cotidiana suele ser más o menos así: sencilla por lo general. Pero aunque no nos demos demasiada cuenta, siempre suceden muchas cosas, y todas tienen su trascendencia.
Muchas gracias, Margarita.
Un abrazo
Vaya con el profesor… Que convincente!!
Tu relato es muy bueno y te deseo mucha suerte, Ángel.
Mi voto y un abrazo.
Seguro que está convencido de lo que dice; sabe, además, expresarlo, de ahí que sea tan convincente. No todo el mundo puede.
Muchas gracias, Ana Isabel.
Un abrazo
Me interesa el tema del profesor denunciado por meter “pájaros” en la cabeza a sus alumnos. Por eso, mi voto.
Los padres de los alumnos le consideraron una mala influencia, lo que contaba no era práctico a sus ojos, aunque sí necesario para todos.
Muchas gracias, Manuel.
Un abrazo
Ójala más profesores como tu protagonista iluminando el mundo. Enhorabuen Ángel.
Mucho mejor nos iría a todos, desde luego. Menos palabrería, más valores y saberlos inculcar.
Muchas gracias, Rosalía
Un salud
Angel, me ha gustado mucho tu relato. Soy hijo y nieto de profesor o más bien maestros. Yo rompí la tradición para dedicarme a la abogacía, ya ves. Mi padre, en paz descanse, solía dedicar un rato a la semana para enseñar lo que él llamaba «urbanidad». No venía contemplado en el plan educativo reglado pero le importaba bien poco. En esa asignatura inventada enseñaba a pre-adolescentes educación práctica, cómo tratar a los mayores, cómo comportarse en la vida y tantos valores olvidados como los de tu valiente profesor de literatura. Me has emocionado con estos recuerdos. Mi voto por supuesto. Gracias
Qué lejano y qué antiguo parece sonarnos, por desgracia, la palabra «urbanidad». Valores tan esenciales como la educación y el respeto son esenciales, al mismo nivel que las asignaturas consideradas prioritarias. En los planes de estudios, sin embargo, a pesar de todos los que hemos tenido, nunca se le ha otorgado el lugar que merece, si es que se le ha reservado, más o menos, alguno. Un buen profesor no solo enseña las materias oficiales, también debería sentar los cimientos de cómo vivir en colectividad, acorde a los seres sociales que somos, como hacía tu padre. Eso es lo que queda y lo que se recuerda de un profesor verdadero, o, como bien dices, de un maestro.
Soy yo quien tiene que darte las gracias, porque me ha encantado tu comentario.
Un abrazo, Manuel
Ojalá haya más profesores de Literatura como este, antoniomachadiano (su torpe aliño indumentario), capaz de “pervertir” ilusionando a esas jóvenes cabezas.
Mucha, y buena, suerte, Ángel, Arcángel, “plumilla” (las plumas forman las alas de los ángeles).
Mucha, y buena, suerte.
Un abrazo.
Alguien «capaz de ‘pervertir’ ilusionando» es alguien que debería hacer escuela, o hasta ser clonado si se pudiese.
A «Arcángel» seguro que no llegaré nunca, un poco «plumilla» sí me reconozco.
Mil gracias, Manuel
Un abrazo
Ángel, te felicito, un gran relato, una historia entrañable. Tu protagonista un hombre de sueños, pero que se hacen realidad. Convence con la palabra, como tú con tu narración.
Te deseo mucha suerte.
Este mes no os haré compañía por aquí.
Un abrazo enorme.
Convencer con la palabra es un don, pero, más pronto que tarde, haría aguas si detrás no hay sinceridad.
Muchas gracias por leer y comentar, Javier.
Otro abrazo grande para ti
Me gusta la descripción que has hecho de una persona que ya no existe. Me ha encantado
Este profesor es un producto de ficción, pero ojalá hubiera muchos parecidos a él.
Me alegra que te haya gustado.
Muchas gracias, Blanca.
Un saludo
Hay profesores que saben sembrar en sus alumnos valores tan necesarios para el futuro.
Enhorabuena, Ángel. Te deseo mucha suerte y te dejo mi voto.
Besos apretados.
Es la mejor siembra y la mejor inversión, porque en ello nos va el futuro.
Muchas gracias, Pilar.
Besos
Ángel, como siempre, tu relato, además de ingenioso y mantenernos alerta hasta el desenlace, guarda un enfoque pedagógico con un regusto amable, dulce, cercano.
Por todo esto y mucho más: un abrazo, Ángel, y mi voto!!!
Con estos adjetivos qué más puede pedir nadie.
Mil gracias, Amparo.
Un abrazo
Es una historia dentro de una historia. Cumple totalmente la tesis del buen relato: no hay que decir, hay que mostrar. Para mí es perfecto.
Me alegra que te haya gustado Blanca.
Muchas gracias por leer y por comentar.
Un saludo
Precioso alegato por una enseñanza más comprometida con final romántico. Un abrazo y un voto para ese profesor.
Todo es mejorable, no soy experto y no es mi intención criticar la enseñanza oficial, aunque pienso que sería de desear que además de conocimientos, aportase valores sociales y humanos.
Muchas gracias, Esteban. El profesor te lo agradece y yo también.
Ambos te mandamos un abrazo
Me he visto reflejada en esa alumna a quien las historias de su profesor la animan a emprender aventuras. Un precioso texto :) ¡Suerte!
Es el profesor que todos hubiéramos querido tener.
Muchas gracias, Laura.
Un abrazo