Jornada agridulce

María Celia Martínez Parra · El Escorial (Madrid) 

Mi jornada laboral de hoy ha sido realmente dura. Sentada en el tren de cercanías de vuelta casa, miro ausente por la ventanilla con un sabor agridulce recorriéndome el interior. El conjunto de mis compañeros de bufete sabían lo trascendental que era ese importante juicio para mí y todos me desearon suerte esta mañana antes de salir hacia los juzgados. Era la primera vez que mi padre y yo coincidíamos como abogados enfrentados en una causa. Mi móvil sonó: – Oye Marta, le he comentado a mamá que pasamos a recogerte y nos vamos a cenar para celebrar nuestra primera contienda. – Vale, papá. Aquella cena fue como la esponja inflada de agua que todas las mañanas estrujo sobre mi cabeza. Se llevó el sabor agrio del día, dejándome únicamente el dulce sabor del triunfo

 

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