Vendetta post mortem

Ignacio Hormigo de la Puerta · Isla Cristina (Huelva) 

Los hechos que ahora narro ocurrieron al comienzo de mi pasantía en López, Chacón y Villegas, cuando acababa de licenciarme y hacía bíceps a base de llevar y traer legajos del archivo. El bufete se ocupó de un caso que tuvo gran repercusión mediática, no tanto por su importancia como por lo estrafalario del mismo; una demanda por agresión interpuesta contra un pichón silvestre. La desafortunada ave había sido abatida en el transcurso de una cacería por el banquero Emiliano Botón y, no se sabe si fortuitamente o, como sostenía el demandante, “en un claro afán por consumar sus ansias de venganza digno de un kamikaze japonés”, había finalizado su postrero vuelo impactando contra el ojo izquierdo de su verdugo, ocasionándole una pérdida de visión del ochenta por ciento. Increíblemente, la demanda fue admitida a trámite y se celebró el juicio. Huelga decir que el pichón fue condenado por incomparecencia.

 

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