SOS huerto

VICENTE KÜSTER SANTA-CRUZ · VALENCIA 

La segunda vez que oyó la palabra expropiación era ya tarde. Cincuenta años labrando el campo con sus manos ajadas, de sol a sol, se iban al traste en un santiamén. Demasiados madrugones, mucho esfuerzo y sacrificio. No importa quién tiene razón, iban a despojarle de lo único que poseía. Su hijo Damián era abogado, de los buenos, de los que se salen con la suya. O eso pensaba. Obstinado, lo había movido todo –recurso tras recurso–, sin conseguir resultados. Ahora que se utiliza la dación en pago para saldar las deudas, a su padre le privaban de su huerto para convertirlo en una lustrosa rotonda, una más de las tantas que pueblan la zona. Llegarán comercios y fábricas, gasolineras, hostales, colegios y farmacias, garitos con música de saxofón en directo… Progreso. Sólo falta que alguien pulse el botón ‘suprimir’ y el huerto será historia. Y lo llaman bienestar.

 

 

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