Imagen de perfilEL TOQUE JUSTO

ÁNGEL SAIZ MORA 

Su apariencia frágil contradecía el gesto lleno de decisión. Acudió a mi despacho para denunciar una irregularidad mientras participaba en un concurso de talentos. La primera fase consistió en el envío de una grabación de audio. El jurado había destacado sus rasgueos llenos de destreza y virtuosismo. La última prueba era una actuación en directo que no tuvo oportunidad de realizar, al ser eliminada por ser mujer. Le dijeron que las guitarristas flamencas son una rareza.
Perdimos el juicio. Según la sentencia, que supuso una brecha para el ánimo, los organizadores podían elegir o discriminar a quien desearan.
Contagiado del espíritu luchador de mi clienta, decidimos transmitir este resultado a la prensa. Políticos y asociaciones alzaron la voz contra semejante desigualdad.
Ahora su nombre es conocido y le llueven los contratos. Yo me he convertido en su representante legal y algo más. Nunca un fracaso profesional fue tan positivo.

 

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