La brecha salarial
Carolina Navarro Diestre—Usted sabrá, señorita, la cosa tiene diversos motivos. ¿El primero? La maternidad. No pretenderá usted una paga análoga e igualdad de oportunidades cuando previsiblemente pronto disfrutará de una baja maternal. ¿El segundo? Los roles de género, ¿o acaso va a afirmarme usted, señorita, que tiene usted la misma fuerza física que un hombre? Sabe bien que no, y no me venga con la cantinela del discriminar y patatín y patatán. Por no olvidar, señorita, que trabajo no remunerado existe con independencia de los sexos, ¿o no? Estará conmigo que aquí no estamos hablando de desigualdad ni mandangas de esas…
El jefe de Recursos Humanos —oxímoron empresarial— declamaba su discurso aprendido con ademanes ensayados y talante positivo. ¿Cuántas veces lo habrá repetido?, profundamente asqueada preguntábase la “señorita”.
Y cogiendo una grapadora, le abrió una brecha salarial en medio de la frente.
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Verosímil con reacción ponderada. Mi voto.
Gracias.
La violencia casi nunca está justificada, aunque no podemos por menos que sentir algo de acercamiento hacia la reacción de tu protagonista. Sinceramente, en su caso, no es fácil predecir qué hubiéramos hecho cada uno de nosotros.
Frente a ella, has creado un villano que ni Dart Vader.
Un saludo, Carolina. Ahí va mi voto
Muchas gracias.
Ja ja ja. Y eso que vi tenía fuerza… Mi voto
Gracias.
Muy bueno