Imagen de perfilResiliencia interestelar

María Gil Sierra 

Acababa de dejar a mi cliente cuando vi el anuncio. Por eso me presenté como voluntario. Comunicarle la desestimación de la demanda resultó muy duro. Se hundió por completo. Pensé en recurrir —nunca me doy por vencido—, pero él rechazó seguir adelante. Y yo buscaba sentirme útil. Así que la idea de formar parte de una colonia experimental me pareció fascinante. No solo cambiaría de vivienda, también de planeta. El proyecto consistía en construir una nueva civilización en un entorno urbano alternativo al nuestro. Los materiales empleados en las instalaciones lograrían preservar de cualquier catástrofe. No como en la Tierra —ya agonizante—. Pensé que mis conocimientos servirían para hacer cumplir los códigos de edificación. Me aceptaron. Pero no por ser un experto en leyes sino por mi capacidad para superar las adversidades. Necesitaban colonos así. Y, según ellos, la abogacía es una de las profesiones más resilientes.

 

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