Imagen de perfilPocas luces

Fernando Beamud 

Al juez le parecía imposible llegar a una conciliación entre las partes. En circunstancias similares, puramente, era una cuestión de acuerdo económico; pero el demandante resultó ser un testarudo sin igual.
El octogenario querellante acusaba a la naviera, propietaria del buque que le abordó, de haber causado el hundimiento de su embarcación, debido a la impericia del capitán y la falta de vigilancia a bordo. Esperaba obtener, además de indemnización por su barco, una condena para los oficiales.
Su abogado comentaba sotto voce que al hombre le resultaba imposible vivir sin salir a la mar.
—Según indica la tripulación del mercante, usted estaba pescando en el interior de la rada del puerto y no pudieron ver su embarcación tanto por el tamaño como por la escasez luces de navegación.
—¡Toma! —repuso el anciano —es que si llevo las luces encendidas los demás sabrán donde capturo mis piezas.

 

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