Fervor
Mercedes Gómez Ballesteros · Collado-Villalba (Madrid)Al fin escapó de la jaula. Planeó sobre la procesión del silencio sin decir ni pío y entró por una ventana del palacete. El noble joyero estaba abierto sobre el tocador. El pájaro picoteó las piedras preciosas y se llevó enganchado en el pico el anillo de rubíes y diamantes regalo del difunto conde. Dicen que el planeta entero tuvo noticia del berrido de la condesa al descubrir el robo. La sospecha reptó por el palacio enquistándose en la zona de servicio como una garrapata. El fallo del juez fue tajante: la cocinera quedó absuelta por falta de pruebas. Tras el juicio, la piadosa sirvienta, arrodillada en un reclinatorio, daba gracias al Señor por su infinita bondad cuando un rayo de luz iluminó la corona de espinas del Nazareno. Agarró el anillo, se dirigió a palacio e hizo la maleta. Ni dudas ni remordimientos. Dios mismo quiso recompensarla.