A TIENTAS
Isabel Forteza CastañoMaría estaba en esa línea que separa la niñez de la adolescencia. De mayor quería ser abogada, defender los derechos de los refugiados y luchar contra el racismo y la xenofobia.
Aquel día su semblante se ensombreció cuando entró en la cocina y descubrió el nuevo frigorífico que había comprado. La decepción inundó su rostro y alimentó el sonoro portazo envuelto en sollozos. No comprendía por qué no podíamos permitirnos viajar hasta Argelia para conocer en persona a su amiga saharahui, pero sí invertir dinero en la compra de otra nevera.
—-Renovar los electrodomésticos es una buena alternativa para ahorrar luz y que la factura sea más asequible —le expliqué. Así, el próximo verano podremos acoger en casa a Zahira.
Su cara se iluminó con una gran sonrisa.
Ahora, mientras espera ese ansiado momento, emplea su energía natural en perfeccionar el braile para seguir escribiendo a su amiga.
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Los nobles deseos y los nobles caminos nunca son fáciles de andar, por eso el tesón y la capacidad de no caer en el desánimo son los mejores instrumentos para obtener los fines.
Enhorabuena Isabel por tu relato y la fuerza que impregnas en él.
Una historia muy entrañable con un apunte al final que dota de más ternura y valor al micro. Mi enhorabuena y mi voto. Un abrazo.
Gracias por tu comentario y por tuvo, José Manuel. Un abrazo.
y por tu voto
Tu protagonista no solo tiene la intención de consagrarse en causas justas, de las que igualan a todas las personas, sino que lo hace afrontando su propia lucha personal, lo que la honra más si cabe. La adolescencia es una época difícil, cambiante, pero los rasgos predominantes de la personalidad individual y definitiva ya se vislumbran. Ese enfado por la compra de una nevera revela su generosidad por encima de todo.
«A tientas» nos movemos por este mundo en el que todo parece estar en el aire, pero a María le sobra convicción saber el camino que debe seguir.
Un relato con un personaje que nos gustaría que existiera y al que quisiéramos parecernos.
Un abrazo y suerte, Isabel
A tientas tenemos que lidiar los padres muchas veces los arrebatos de los adolescentes, pero con un trasfondo tan noble como el de la protagonista a buen seguro que resultaría más llevadero. Gracias por tu comentario, Ángel. Un abrazo.
Ojalá la niña no pierda nunca esa manera de mirar el mundo, que hace falta mucha vista para lidiar con el futuro que nos espera.
Preciosa historia, Isabel.
Gracias Margarita. Un abrazo
Bonita historia, Isabel. Creo que si actuáramos más veces guiados por el corazón noble de los niños, el mundo funcionaría mejor. Lástima que nos hagamos adultos y compliquemos hasta lo más sencillo… Suerte.
Buena reflexión, Eva. Gracias por tu comentario. Un saludo y suerte.
Hola, Isabel.
Hermoso final. Tan hermoso que me ha recorrido una emoción por el cuerpo.
Te felicito por esta historia tan bonita.
Un abrazo y suerte con él.
Me alegro de que te haya emocionado. Muchas gracias Towi. Un abrazo.
Qué bueno Isabel, suerte!
Gracias, Marian. Un abrazo.
Bueno, bueno… te ha salido un relato redondo, una familia cumplidora con el medioambiente, con el ahorro y con el problema de la inmigración, así como inclusiva, con el tema de la ceguera que se «visibiliza» al final.
Muy bien hilado todo, Isabel! Desde el título, que se desvela con la explicación final.
Te deseo suerte y te envío mi voto y un abrazo!
Marta
Muchas gracias Marta por tu amable comentario. Un abrazo.
Relato tierno sobre la solidaridad entre pueblos y personas, con el descubrimiento final de una dificultad más a superar.
Mi abrazo cargado de suerte y mi voto.
Gracias Lola. Un abrazo
Que bonito, Isabel. A menudo esas personas que llamamos adolescentes nos sacan de quicio, pero no debemos olvidar que todavía tienen un corazón limpio. Y que son el futuro. Cuidémosles.
Enhorabuena y otro voto.
Así es. La adolescencia es una etapa complicada y muchas veces los padres no sabemos ver lo que hay en esas cabecitas. Muchas gracias por tu comentario, Rosalía. Un abrazo.
Ojalá todos los adolescentes tuvieran fines tan loables. Es una etapa compleja y a los padres nos toca hacer malabarismos para lidiar con ellos. Suerte con tu relato y mi voto.
Asi es, Manuel. Gracias por tu comentario. Un abrazo