Cacacarlos
José Ignacio Rodríguez García Cacacarlos. El tartamudo. El tartaja. La ametralladora de palabras. En el instituto le hicimos la vida imposible y, sin embargo, ahí está. De honorable juez. Cacacarlos. A veces le llamábamos ‘el cacas’. Para abreviar. Así de sencillo es gestar un mote. Así de cruel crear una identidad. Cacacarlos. El bullying se ninguneaba en aquella época y las víctimas no gozaban de la protección actual. No pocas veces nos metimos con él: “tra-trans-transversal”, pronunciaba, por ejemplo, y nos moríamos de risa. Cacacarlos. El hombre que me va a juzgar. Aquel que se perdió el baile de primavera. Aquel que, lleno de vergüenza, no pudo viajar a Mallorca. El mismo que decidirá sobre mi destino. Me mira y me reconoce. Cacacarlos. Temo su rencor. Me da miedo el retorno de mi desprecio. Sin embargo, logra tranquilizarme con un simple gesto. “Voy a ser justo”, hablan sus ojos. “Yo no soy como vosotros”.
+9
Queremos saber tu opinión
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.
José Ignaignacio,has conseguido un relato perfecto.Enhorabuena y mi voto.
¡Gracias!
Real como la vida misma. Para ti mi voto
¡Muy amable, gracias!
me ha dolido como si fuese yo , maravilloso y amargo como la adolescencia.
Terrible y doloroso. Da voz a una realidad ninguneada y lo hace con fuerza.
Felicitaciones.
This piece reflects the painful realities of bullying and the lasting impact of childhood experiences. The transformation of Cacacarlos into a figure of authority as a judge is fascinating. It highlights how individuals can rise above their past. This reminds me of the importance of fostering empathy and understanding in our communities, much like how Top Cloud promotes a culture of collaboration and support. We all have the power to lift others, rather than bring them down.