DETRÁS DEL BRONCEADOR
F. Javier Franco Miguel · Almería¿Quién iba a decir mientras untaba el bronceador a aquella rubia de bote, que provocaría lo que provocó? Por una vez que me creí don Juan, ¡banalidad ilusa!, resultó ser una trampa: mi socio de bufete, deseando desembarazarse de mí al menor coste, me la metió por los ojos -¡cómo conoce mis debilidades!- para que luego me acusase de violación. Y aquí estoy ahora encerrado, mientras él se frota las manos haciendo las cuentas del Gran Capitán en nuestra mutua condonación de créditos y débitos, incluida la fianza en la cuantía que se fije, ya que por mí mismo no la podré afrontar. En resumen, sé que ha sido él, sé que él la contrató, sé que todo ha sido un complot, pero lo único que puedo demostrar es soy un abogado solterón, sexualmente apocado y débil, por muchas horas de flexo y pocas de sol.