NICOTINA Y VENGANZA

SILVIA MERINO MORALES · MADRID 

A Fermín Platero le ha llevado al banquillo su mala cabeza. Está acusado de fumarse un cigarro a la vista de todos y mientras acariciaba el muslo de su amante. No contaba con que su mujer, aquella pavisosa que normalmente a las nueve ya estaba en la cama, llevaba meses tramando su venganza. Se presentó en la caseta con una cámara de fotos y sin mediar palabra, inmortalizó el momento. Después vino la pesadilla, la denuncia, el escarnio público, la verg¡enza. ¡Mira que fumar! Un hombre de su reputación y lo peor de todo ¡en publico, en plena feria!. Todos sus amigos abandonaron el barco, hasta su amante, a la que nadie mencionó, desapareció sin dejar rastro. Ahora, desde el banquillo, solo la veía a ella, con sus labios apretados y sus ojos rientes clavados en él mientras acariciaba sus anticuados puños de encaje con una uña color sangre.

 

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