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Felipe Alcalá-Santaella Llorens 

Aun recuerda las circunstancias de su dimisión. Ningún compañero dio la cara por él, nadie demostró tener una pizca siquiera de empatía.

No sabía que hacer con su vida, lo cierto es que después de veinte años se encontraba solo. Buscó refugio en las redes sociales, pero la polarización de la sociedad que lo impregnaba todo le hizo sentir que era aún peor que en la vida real. Insultos y humillaciones con cada comentario. Pronto lo dejó estar.

La prescripción de su médico de toda la vida fue clara: pasea, haz ejercicio, dieta saludable. Pero lejos de ser suficiente, tenía la sensación de hundirse más en el pozo.

Un manual viejo y desgastado asomaba en su estantería, y recordó que nunca terminó la carrera. No pensó jamás que recurrir al estudio fuese la solución.

Al volver a la facultad de Derecho, recuperó la ilusión. Sería un gran abogado.

 

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